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▫️▫️▫️Athena

—Estamos bien hija. Tú aún no deberías cargar cosas pesadas.

—De todos modos quiero ayudar —pongo mis manos en mi cintura.

—No me veas así.

—¿Así como?

—Con el ceño fruncido y la nariz arrugada —papá sonríe después— olvídalo... te pareces tanto a Jules cuando lo haces.

Sonrió tomando la caja en el piso.

—Esa no, tú madre la saco del ático para ustedes.

Tom acababa de entrar de su viaje de cajas, mis padres volverían a Francia, no tenían nada que los detuviera aquí. Dejarían la casa de Mónaco como casa de vacaciones, lo mismo que hicieron con la de Niza cuando se mudaron aquí.

—Son cosas que había en el cuarto de Jules.

Desde el accidente nadie se había animado a mover una sola cosa de esa a habitación. Era como el cuarto de un fantasma, la puerta siempre cerrada solo entrábamos cuando necesitábamos recordarle.

Tom pasa a mi lado sentándose al mismo tiempo abrimos la caja y los momentos inolvidables regresan.

—Está es de cuando conocimos a los Lecrerc.

En la fotografía estaban ambas familias. Me dolía el hecho de que Herve y Jules ya no estaban para ver esto. Sus figuras eran como dos personas a blanco y negro mientras nosotros conservábamos los colores.

—Y aquí la vez que Charles y yo quedamos 2 y 1 en la competencia de karting, ese es Pierre —señaló al Niño rubio en el lugar número 3.

—Tu última competencia.

Había una figura borrosa lejana.

Detrás de la foto estaba él. Inevitablemente comencé a temblar sintiendo el nudo tratar de explotar en mi garganta.

Nauseas.

—Athena... respira.

Hago los ejercicios de respiración junto a mi padre.

—¿Que hay con la foto?

Señaló al señor al fondo.

—M-me —no podía hablar, era como si algo me detuviera.

—Una niña en competencias de karting.

Sonrió inocente. Seguro venía a felicitarme pues acababa de ganar un primer lugar en una gran competición.

—Yo te puedo ayudar a llegar lejos pequeña.

—No lo necesito —noto un poco de molestia en su rostro— mi hermano me enseña todo lo que se y confío en mi talento.

Se acerca a mi, pone su mano en mi cuello mientras que con la otra rosa mis labios, su tacto quema con mi piel, un asco amenaza con salir de la peor manera.

—No, no, no...

Tapa mi boca y es ahí cuando trato de gritar.

No puedo...

Mi corazón se acelera con miedo, más bien terror.

Detiene su mano impidiendo que hable o grite y con la otra me detiene, tengo detrás un almacén de herramientas.

"13 años" me repetía creyendo lo peor. "13 años y mi inocencia será robada" nadie me salvaría. Y yo no podía hacerlo por mi misma.

Baja a mi cintura apretándola.

Dancing With Your GhostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora