Capítulo 44 [Yo los declaro, marido y mujer]

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A la mañana siguiente Victoria se despertó por la luz del día y se encontró que quien la acompañaba era el Chihuahua de su madre con Bodoque sobre ella, parecía que habían estado esperando por ella.

—Muévete, Bodoque —Ella lo quitó haciendo que el gato la mirara algo ofendido, pero apenas iba despertando.

Su madre ya no estaba, vio la hora y se dio cuenta que eran más del medio día, había dormido demasiado, pero en verdad lo necesitaba, no recordaba cuándo había sido la última vez que dormía así de bien.

Al bajar las escaleras descalza, se encontró con la casa hecha un desastre, la gente iba de un lado para el otro, su madre daba órdenes a diestra y siniestra. Salió al jardín y el caos era igual o peor. La gente colgaba luces, colocaba sillas y mesas, ponía flores y manteles.

Se veía como un ejército bien organizado, todos al mando de Addison Ellis, la mujer daba órdenes desde adentro y se aseguraba de que su visión se cumpliera.

A lo lejos, cerca de la alberca encontró a Lucía con lentes de sol, un sombrero enorme, bajo una sombrilla y un dolor de cabeza interminable, Carlos estaba en la alberca nadando y disfrutando del Sol.

—Miren quien decidió aparecerse —Carlos dijo al verla y deteniéndose para poder apreciarla.

—¿Cuánto tiempo dormí? —Preguntó Victoria fingiendo que no sabía que había dormido más de 12 hrs seguidas.

—Lo suficiente —Lucía respondió algo gruñona.

—¿Cómo estás, Lucía? —La rubia se puso a su lado debajo de la sombrilla.

—No debí de ingerir tanto alcohol dulce, pero ¡ah Dios! Como ustedes me sacan de quicio —La agente se cubría la cara mientras tomaba agua, por su borrachera estaba deshidratada —Y para colmo hay demasiado ruido en la casa, ahora tengo que soportar a tu noviecito jugando a las sirenas diciendo que se siente mejor cuando está en el agua.

Victoria se rió al ver la cara ofendida de Carlos.

—¿Quieres algo? —La castaña gruñó en forma negativa a la pregunta de la cantante, quien entendió que lo mejor era dejarla sola.

Ahora, fue a darle toda su atención al madrileño.

—¿Y qué tal tú? ¿Sigues nadando? —Victoria fue hasta la orilla de la alberca, para no gritar y no molestar más a su agente.

—Me relaja y la verdad me ayudó mucho; ayer dormí como un bebé —Ella sonrió al ver al madrileño verse un poco más recuperado, era así como debía de estar —¿Tú dónde dormiste? Te fui a buscar en la mañana y tu cama no estaba ni destendida.

—Dormí en el cuarto de mi madre y tenía tanto cansancio que no me puse la pijama —El piloto se dio cuenta que traía la misma ropa de ayer.

Era un vestido de manta blanca, veraniego y fresco, lo suficientemente cómodo para poder dormir en él sin problema alguno.

—¿Todo bien con tu madre? —Carlos preguntó y ella se alzó de hombros.

—Creo que sí, ya está dentro de la casa dando órdenes, así que supongo que sí —Carlos rodó los ojos, de nuevo regresaba a las respuestas ambiguas —¿Desayunaron algo? Muero de hambre.

—Addison nos cocinó antes de que llegaran —Carlos respondió recordando el increíble desayuno de la madre de Victoria mientras se metía a la alberca para acomodarse el cabello.

Una cosa que en verdad extrañaría, sería la comida de Addison.

Victoria estaba viéndolo acomodarse su cabello, ya lo comenzaba a tener largo, era impresionante lo largo que le podía crecer en tan poco tiempo, además de que tenía demasiado cabello.

Cuando Todo Empeora [Carlos Sainz Jr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora