Capítulo 56 [La calma después de la tormenta]

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Quedan 2 capítulos para el gran final 

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Cuando Lando abrió los ojos, se tardó unos de segundos en entender dónde estaba. Trataba de recordar el lugar en donde se encontraba, ¿cómo es que había llegado? Supo que estaba en una cama porque se sentía suave, pero no era la habitación de su hotel.

Anoche, la fiesta de Victoria se había vuelto un borrón en su mente, recordaba que había tomado de todo aceptando tragos de cualquiera, bailado con gente que no conocía y luego, negro. No sabía que había pasado después.

Se giró en la cama y lo primero que vio fue una cabellera castaña esparcida del otro lado, bajó su mirada rápidamente y vio unas piernas desnudas salir del edredón blanco.

—¡Puta madre! —Lando gritó y se echó para atrás sin ver que estaba cerca de la orilla de la cama, así que eso hizo que terminara en el suelo.

Se había golpeado con el buró y enterrado unos zapatos en el trasero al caer, fue ahí que se dio cuenta que estaba prácticamente desnudo, solo traía unos boxers puestos. No recordaba haberse ligado a nadie ayer por la noche. ¿Qué mierda había tomado?

A lo lejos, pudo ver su ropa tirada, esparcida por todo el suelo y un vestido de fiesta a un lado junto con unos tacones.

Victoria, en cuanto escuchó ese golpe, se despertó. La cabeza le dolía y apenas podía abrir los ojos sintiendo que sus párpados estaban pegados. Como pudo se sentó en la cama mientras pasaba sus manos por sus ojos esperando que eso la ayudara a abrirlos. No se había desmaquillado ayer por la noche, así que estaba segura que eso no ayudaba.

—¿Lando? —Victoria buscó a su compañero de copas, supuso que el ruido que la había despertado había sido provocado por él.

El inglés casi se muere al escuchar ese acento tan característico.

Desde el suelo, brincó para ponerse de pie y comprobar lo que sus oídos habían escuchado.

En cuanto lo hizo, sus ojos parecían querer salirse de su cara y su quijada se abrió al punto de parecer una caricatura. ¡Victoria era la castaña a su lado!

La cantante tenía el cabello despeinado y era castaño ¿qué no ayer estaba de rubia? Su maquillaje estaba corrido, estaba cubierta por el edredón y él no podía ver si estaba desnuda o no, pero eso no importaba porque Lando ya estaba comenzando a rezarle a todos los Dioses habidos y por haber.

El piloto no se movía, era como en la película de Jurassic Park, cuando se encontraban con el T-Rex y recomendaban no hacer movimientos bruscos.

El británico sintió como el alma abandonó su cuerpo, porque en otro momento hubiera sido el hombre más feliz de amanecer con Victoria Ellis a su lado. En esta ocasión quería matarse.

Tal vez podría saltar de la ventana de Victoria o cambiar su nombre, cortarse todo el cabello, quitarse algunos dientes y nunca volver a pisar Europa, cuando las carreras fueran en Estados Unidos, el volaría hasta Sudamérica.

—¡No, no, no, no! —Lando comenzó a pasearse por todo el cuarto recolectando su ropa del suelo.

Victoria, quien ya había podido abrir bien los ojos, no entendía qué era lo que estaba pasando, solo podía ver al piloto moverse de un lado a otro.

—¿Lando?

—¡No me hables! ¡Ni siquiera me mires! —El tono de Lando hizo que Victoria se asustara mientras lo veía ponerse sus pantalones a toda velocidad.

Bodoque estaba ahí, viendo a aquel hombre moverse como si tuviera gusanos en la cola. La cantante volteó a ver a su gato como diciendo: ¿Estás viendo lo mismo que yo? Bodoque respondió comenzando a lamerse sus patas.

Cuando Todo Empeora [Carlos Sainz Jr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora