Capítulo 11: ¿Premio o castigo?

52.3K 3K 1.1K
                                    

Brianna

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Brianna

Siempre seguía las reglas.

Nunca cruzaba la línea.

Era buena, no me metía en problemas, pero a pesar de que huyera de ellos, estos siempre terminaban por alcanzarme.

La mirada de la hermana Socorro brilló con decepción, en el mismo segundo en el que se dispuso a abrir la puerta para salir de la sala disciplinaria que todos conocían como detención. Un lugar que estaba destinado a hacerte reflexionar por horas, hasta que entendieras que habías hecho mal y en el que irónicamente, nunca pensé en pisar en toda la secundaria, pero en el que contra mi voluntad había terminado.

Sus palabras estaban frescas en mi mente, luego de que dijera que ambos éramos una decepción para la institución, pero que iba a pasar por alto nuestro error, ya que comprendía que Alec y yo estábamos pasando por una situación difícil.

A pesar de que su voz había sonado compasiva y simpática, también pude notar detrás una nota ácida, donde me recordaba que no se terminaba de comer el cuento de que la noche de los sucesos de Aleksandra, yo había huido de mi habitación para buscar a su hermano y no que en realidad nos habíamos estado enrollando a mitad del bosque.

Por absurdo que pareciera, a pesar de que yo no había comenzado nada, la hermana María se había encargado dejarme lo más mal parada posible, ya que según su absurdo criterio, una jovencita como yo no debía tener esa clase de pensamientos inservibles.

Era una provocadora que le había quitado la cordura a alguien que jamás se había metido en problema como lo era Alec y por eso iba a llevarme la peor parte del castigo.

Para mi mayor desgracia, no sabía que Alec había vuelto al internado; hasta que Valentina, esa mañana, comenzó a gritarnos a Kristal y a mí como loca, diciendo que lo habían visto cayéndose a golpes con el chico nuevo en la sala común de sus dormitorios y que iba a hacer lo necesario para acercarse a él.

No quería ser una amiga de moral dudosa, pero comenzaba a preocuparme porque me odiara, si es que en definitiva ya no lo hacía. Fue una sorpresa para mi verlo esa mañana, ya que comenzaba a creer que se quedaría para siempre con su familia en Rusia, pero como era una persona impredecible en el fondo sabía que no debía fiarme de él.

Valentina lo buscó, este aceptó y más temprano que tarde se había propuesto cumplir su promesa de arruinarme delante de todos, comenzando así por mi reputación.

Sor María, siendo la persona obtusa que era, me había dejado como fácil delante la madre superiora; exagerando lo ocurrido para ganar indulgencias. Ni siquiera el interrogatorio policial en el que estuve inmersa durante horas, luego de la muerte de Leksa, se había sentido tan sofocante como aquella situación.

En la que la hermana Socorro nos había recibido a solas en su oficina, preguntándonos repetidamente por separado porque habíamos decidido hacer aquello.

Psicosis: bajos instintosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora