4.Ian Wimson

44 16 0
                                    

Ian Wimson

Ya han pasado siete días desde que llegué al pueblo de mi familia, y ayer fue que terminó de llegar todas nuestras cosas. Y aunque mi familia y yo no movemos ni un dedo para arreglar las cosas es frustrante ver a mucha gente dentro de tu casa yendo de aquí para allá.

Lo único de lo que me hice cargo fue de la decoración de mi habitación y es lo único que me ha agradado hasta el momento, esta es mejor que mi antiguo cuarto.

Tocan a mi puerta.

—Adelante.

—Hijo, ¿como te encuentras?—pregunta mi madre entrando a mi habitación.

—Estoy bien madre—contesto.

—Que bonita pintura, ¿Que es?—pregunta haciendo referencia a la pintura que llevo haciendo desde hace un rato.

—No lo sé, solo estoy pintando al azar.

—Esta quedando muy bonito.

—Gracias madre.

Siento que coloca una mano en mi hombro, y de inmediato sé que no vino precisamente a hablar de pintura.

—Hijo... necesitamos hablar.

—Si es referente a la escuela, no quiero hablar de ello, ese tema ya lo cerramos—volteo a mirarla.

—Para ti lo está, para nosotros no.

Miro a mi madre y reúno toda la paciencia que puedo. No quiero hablarle mal, no es su culpa tener en su vida a alguien como yo, la verdad no sé porque se esfuerza tanto, solo perderá su tiempo.

Es una mujer tan hermosa, joven, con un cuerpo hermoso, elegante y talentosa, es de las mejores doctoras del país.

Miro su cabello castaño claro, sus ojos tan negros y grandes, su sus cejas tan finas y definidas, es una mujer preciosa.

Dicen que saque sus ojos, tan negros como la noche.

—Madre, de verdad...no iré a perder el tiempo, si acepté venir aquí fue para disfrutar cada día diferente al anterior...no para ir a un instituto con adolescentes hormonales y malcriados, que tienen el presumir quien tiene más como su pasatiempo favorito.

—Ian, tu padre y yo ya lo hablamos y está decidido, mañana será tu primer día.

—¿Que?

—Como has oído—habla con carácter y se que no dará su brazo a torcer.

—No iré—digo molesto.

—No te lo estaba preguntando, no quería que fuera así, pero irás y punto.

Ahora la molesta es ella, mi madre tiene un carácter fuerte, es una mujer intimidante, su mirada es oscura de esas que te hacen temblar, mi padre por otro lado por fuera parece un hombre rústico y severo, pero es todo lo contrario, mientras que mi madre parece un ángel, por dentro es una fiera.

Me quedo en silencio mirando hacia el vacío, y ella sale de mi habitación entendiendo mi silencio.

Estoy furioso, odio que me obliguen a hacer lo que no quiero, mis padres son muy estrictos en cuanto a mis estudios y sé que no tengo otra elección que ir al puto colegio de niños ricos y mimados.

Suena mi alarma y reúno toda mi paciencia para no aventarla al suelo.

Me levanto en cámara lenta, de hecho toda mi mañana ha pasado así.

Al salir de mi casa no me despido de mis padres, no están a la vista, deben saber lo molesto que estoy.

Subo a mi auto y empiezo a manejar hacia el instituto de Wimson siguiendo mi GPS.

La chica de los ojos violetas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora