27. Tu padre, es su padre

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Aún proceso que la hora haya pasado tan rápido, ¿Tanto tiempo dure con Ian en la fuente?

—Mi mamá me va a matar—pienso en voz alta.

—No creo que seas la única asesinada por su madre, si los padres de Clara la ven así también la asesinaran—habla Ian.

—Llevala a tu casa—idea Georgie mirando a Ian.

—Mis padres están.

—Ahora si que estamos jodidos todos—dice Georgie.

No, no debe haber algo que hacer.

—Tengo un plan...vayamos a casa de Jane, sus padres no están, regresan la semana que viene así que se puede quedar Clara también, le diré a mi madre que llegamos temprano y me quedé en casa de Jane—hablo rápidamente.

—Si que das buenas ideas—sonrie Georgie.

—Vayamos de una vez, Clara es pequeña pero pesada—se queja Ian.

Después de haber subido a ambas a la parte de atrás del auto de Ian (cosa que costó bastante) vamos de camino a casa de Jane.

Recuesto la cabeza del asiento y volteo a mirar a Ian.

El también voltea, sonríe y me acaricia el mentón.

—¿Tienes sueño?—pregunta.

—Muchísimo—confieso y sonríe.

Pasamos unos minutos en silencio.

—Ian...

—¿Si?

—Te extrañé.

Sonríe mirando al frente y coloca su mano derecha en mi muslo mientras conduce con la izquierda.

Su tacto hace que mi piel se erice y la sangre suba a mi cabeza.

No sé en qué momento me duermo, ni cuánto tiempo pasa cuando Ian me despierta.

—Hey, bella durmiente, despierta, ya llegamos—oigo su voz a lo lejos mientras abro mis ojos lentamente.

Mis párpados pesan y exigen que los vuelva a cerrar pero me resisto y me incorporo en mi asiento.

—Un minuto más y te doy un beso a ver si despertabas—bromea.

—Menos mal no lo hiciste, quizás por puro reflejo te doy una bofetada—bromeo y el ríe.

—Vamos, te ayudaré a bajarlas.

Ambos nos bajamos del auto y mientras Ian intenta despertarlas yo llamo a la casa.

Tocó el timbre y a los minutos sale una señora bajita de pelo negro.

—Hola Rocío—saludo.

—¡Mi niña!—me envuelve en un abrazo la Nana de Jane.

Es como una segunda madre para ella, y para mí también. La conozco desde pequeña, le tengo mucho aprecio y hace un tiempo que no la veía.

—¿Cómo estás?—pregunto mientras la abrazo.

—Ahora mejor que te veo...hace un tiempo que no venías—dice mientras se separa de mi con una sonrisa en su rostro.

—Lo se...lo lamento, prometo venir más seguido a saludarte.

—Pero cuéntame mi niña, ¿que te trae por aquí tan temprano?

—Eh...es una larga historia.

Luego de explicarle todo a Nana Rocío y que se enfadara con Jane abrió la puerta para que Ian traiga a Clara y luego a Jane como un saco de papas hasta la habitación.

La chica de los ojos violetas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora