21. Tu también me gustas

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Ian se acerca cada vez más hasta el punto de sentir su respiración.

Mi pulso de acelera y siento que mi corazón suena tan fuerte que hasta el puede oírlo.

—Ian...—susurro.

—Me gustas Alessia, me gustas mucho. Soy de el que dice las cosas, no del que se las calla, y es algo que quiero decirte desde que lo supe—habla en un tono bajo pero que oigo perfectamente.

—Yo no...yo no puedo gustarte.

—¿Y por qué no lo harías?

—Porque...yo no soy para ti Ian. Las personas como yo no somos para personas como tú. Exitosas, con un futuro por delante, con fama. Yo soy todo lo contrario a eso. No soy hermosa, ni adinerada, no tengo el cuerpo bonito, tengo unos ojos y cabello horrible. No podría gustarte Ian, ni a ti ni a nadie.

Mis ojos se cristalizan al decir la verdad.

—Callate, no vuelvas a decir eso ni nada parecido. Eres absolutamente hermosa Alessia, y no lo digo para hacerte sentir bien, no, te digo porque es la verdad—dice tomando mi cara entre sus manos haciéndome mirarlo—Eres única, eres especial y particular, nadie se Iguala a ti. La pregunta aquí es ¿A quien no le gustarías?—sonrie.

Sus ojos brillan de una manera que me tiene embelesada, su cabello sobre su frente, sus rostros, sus ojos. Me hacen tomar el impulso de besarlo.

Ian responde automáticamente al beso, colocando una mano en mi nuca para tomar el control del momento.

Es mi primer beso, pero el tema se me olvida cuando toco los suaves labios de este chico que dudo que a partir de ahora pueda tenerlo cerca sin querer besar. Sus labios son suaves y tienen el mejor sabor que he probado, es tan fascinante que estoy segura que será mi propia adición el besar sus labios.

No sé si todo está pasando muy rápido, pero no me importa, se que Ian es sincero y yo estoy disfrutando cada segundo con él.

Tengo que ponerme un poco de cuclillas para poder alcanzarlo y el inclinarse un poco, pero poco nos importa.

Sostiene mi nuca con más firmeza y me besa con deseo mientras con la otra mano acaricia mi espalda descubierta haciendo que mi piel se erice bajo su tacto.

Me hace dar unos pasos hacia atrás aprisionadome contra la mesa de manera que no escape a ninguna lado, aunque no tengo ninguna intención de hacerlo.

Afloja su agarre y nos separamos un momento para tomar aire y me mira a los ojos de una manera en que nadie lo había hecho y dudo que alguien pueda hacer. Solo Ian puede hacer lo que el hace sin hablar, sin decir una palabra, solo con mírate te hace saber todo lo que se siente, una mirada que estremece.

Mi respiración está agitada, los dragones de mi estómago haciendo de lo suyo, mi pulso más acelerado que nunca y yo sigo preguntandome. ¿Acabo de besarme con Ian o solo es un sueño?

Sonrío cuando pega su gente a la mía descansando y aprovecho el momento para declararle lo que también traía atorado en mi garganta.

—Tu también me gustas.

Ian se separa de mi viéndome y sonríe victorioso, como si le hubiesen dado la mejor noticia del mundo.

Vuelve a apegarme a él y a besarme con intensidad, mucho más que la de antes.

Yo disfruto cada momento, cada roce, cada vez que quita un cabello que se interpone en su trabajo. Me parece tan irreal que este pasando esto justo ahora.

Que Ian me haya dicho que le gusto, que me esté besando, que este aquí conmigo.

Que ese chico mal encarado que aquel primer día me este comiendo a besos mientras me dice lo mucho que le gusto.

La chica de los ojos violetas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora