17. Un picnic, un día feliz

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Respiro el delicioso aire fresco del campus.

Amo la primavera, es tan hermosa. Marga está más bella que nunca, sus hojas de un verde vivo, y hasta tiene algunas flores pequeñas alrededor.

Aún sigo preocupada por Ian, en por qué se habrá ido de prisa, preocupada porque ahora he reprobado física y también porque eso sería una preocupación para mi madre y no quiero darle más problemas.

Mi cabeza va a explotar.

Saco mi móvil y rebusco entre las app la que utilizo para leer.

Tengo hora libre, y para distraerme empiezo a leer un libro que Jane me recomendó llamado “La reina de piedra".

Es un libro de monarquía y romance, se ve algo interesante.

Pasa media hora y ya estoy enganchadisima con la historia, pero tengo que almorzar. Así que me levanto y camino hacia el comedor.

El lugar está atestado de personas, como siempre.

Hago la fila y empiezo a servir mi comida.

Cuando Jane no está, me siento tan sola.

Camino hacia la salida con desanimo, el solo imaginar comer debajo del árbol sin Jane me desanima.

Un chico de ojos verdes y sonrisa resplandeciente se cruza en mi camino evitando que siga caminando.

—¡Hey! Alessia ¿No?—pregunta.

—Si—sonrio un poco.

—Soy Jake, ¿Me recuerdas? El amigo de Ian.

—Si, por supuesto.

—Por cierto, ¿en dónde anda ese desastre de persona? No lo hemos visto.

—Eh... se fue a mitad de la primera clase, dijo que volvía al rato.

—Eso es muy extraño—dice con el ceño fruncido.

—Si...

—¿Pero se sentía mal?...

—Eh...no, creo...

—¿Segura? ¿Lo viste bien?—insiste.

—Si, el está bien—contesto arrugando un poco mi entrecejas.

—Bueno está bien, quizás le aburrió la clase—vuelve a sonreír.

—Si...estem... adiós...nos vemos por... ahí—me despido.

—Espera, ¿A dónde vas?—interfiere en mi camino nuevamente.

—A almorzar.

—Almuerza con nosotros.

—No...no te preocupes, no quiero incomodar. Siempre almuerzo en el campus con mi mejor amiga.

—¿Y no está ella en el hospital?

—Si...

—Entonces ven con nosotros, vamos—camina para que yo lo siga haciéndome señas con la mano.

Este chico si que es insistente, no acepta un no por respuesta.

—Chicos, miren a quien me traje de camino acá—me anuncia.

—Hola—saludo tímidamente.

—Hola—saludan todos al unisono y con alegría.

—¡Alessia! Siéntate ven—Clara me hace un lugar a su lado muy animada.

—Gracias—sonrio y me siento.

Pasan casi media hora y aún sigo con los chicos.

Ian tenía razón, sin son muy agradables, me han hecho reír mucho, son buenas personas, están algo locos, pero la vida con locura es divertida.

La chica de los ojos violetas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora