—¿Vives sola?—pregunta Ian.
—¿Que? No, no, vivo con mi madre, ella es enfermera así que está más en su trabajo que aquí.
—Mi mamá es doctora, así que te entiendo perfectamente.
Entramos a mi habitación.
—Sientate, o no sé...has lo que quieras mentiras encuentro las pinturas que están en algún lugar.
—¿Lo que quiera?—pregunta y yo lo miro.
—Ehh...
—¿Tienes un diario? Me dieron ganas de leer y eso sería muy entretenido—bromea.
—No, no tengo, y si tuviera no te lo diera—me río negando con la cabeza.
Me arrodillo y empiezo a sacar unas cajas de mi closet buscando las pinturas, solo espero que no estén secas.
—¡Ajá!—canto victoria encontrandolos.
—Sí que eres aficionada—oigo a Ian decir.
—¿De que hablas?—pregunto saliendo del closet y poniéndome de pie.
Ian me señala la pared llena de póster.
—Ah, eso. Si, me encanta la música y leer.
Es como mi pequeña obra de arte, en la pared hay póster de mi bandas y cantantes favoritos, partes de sus canciones, mis frases favoritas de libros, está todo lo que me gusta.
—Es un buen trabajo, me encanta—dice acercandose a la pared—Viendo me doy cuenta de que tenemos gustos musicales muy parecidos.
—A ver, veamos si es cierto—digo colocando la caja encima de mi cama.
—¿Este?—pregunto señalando el póster del album de una cantante con una ceja encargada.
Ian se cruza de brazos fingiendo indiferencia.
—Fácil, Lana del rey, me sé todos sus álbumes en contra de mi voluntad—responde.
—Este.
—Arctic Monkeys.
Señalo otro y responde.
—The 1975—responde con facilidad.
Señalo otro.
—The Chainsmokers.
—Si, has pasado la prueba. Podemos ser amigos.
—¿A todos les haces está prueba?—pregunta.
—No es como que traiga muchos chicos a mi cuarto...a mi casa, a mi vida en realidad—bromeo.
—Si lo creo—se burla.
—¡Oye!—lo golpeo suavemente—trae la caja, si seguimos así terminaremos mañana.
Llevamos media hora haciendo el trabajo y no está quedando nada mal, Ian sabe de pintura y esas cosas y le da un toque realista a todo.
Dos horas más tarde hemos terminado el trabajo y ha quedado perfecto, ambos estamos sentados en el suelo trabajando en la pequeña mesita en la sala que ha quedado manchada de muchos colores y con cajas de pizzas esparcidas por el lugar después de haber ordenado.
—Perfecto, solo falta que mañana haga erupción—dice Ian dándole los últimos toques.
—Me ha encantado, tendremos una buena nota, ya verás—digo positiva.
Lo miro mientras está tan concentrado, así luce aún más atractivo, su entrecejo arrugado, sus pestañas largas y negras, sus ojos concentrado en lo que hace, su mano empuñando el pincel.
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La chica de los ojos violetas
RomanceAlessia es una chica que nació con una extraña y particular afección genética. Desde muy pequeña ha tenido que soportar las burlas, los apodos hirientes y que algunas personas le teman por sus distinguidos ojos violetas. Desde entonces usa gafas de...