Cuando salí de aquella sala, mi corazón bombardeaba con fuerza, con una mezcla de sentimientos que no era capaz de describir. Mis pies se movieron con firmeza hacia la salida del juzgado donde habíamos firmado el divorcio.Miré mi móvil y comprobé que el taxi que había pedido estaba a dos calles así que solo respiré profundo y acomodé mi vestido.
—¿Ni siquiera te despedirás de mí? —exclamó una voz varonil que conocía muy bien.
Respiré profundo y le di cara al hombre que había sido mi marido por cinco largos años.
—¿No vas a decirme adiós? —me preguntó con seriedad.
Podía ver en sus ojos que estaba sufriendo, tenía ojeras que delataban la mala noche que había pasado, pero en ese momento mientras lo tenía frente a mí, me di cuenta de que ese amor que sentía por él se había convertido en decepción. Verlo solo me hizo saber que había hecho lo correcto porque no había forma de que yo pudiera continuar a lado de una persona de la que me sentía tan decepcionada.
—Adiós, David... —fue todo lo que le dije.
Aferrándome a ese sentimiento doloroso que él me causaba con solo estar frente a mí, caminé hacia el coche que había llegado y me dispuse a marcharme.
—¡Tenía miedo de perderte! —confesó con una voz dolorosa que me descolocó— no quería perderte, Annie.
Aun cuando no quería, me giré y lo encaré.
—No te acerques más a mí, David, sigue tu vida y déjame en paz.
Me di media vuelta y subí al taxi sin siquiera darle una última mirada.
Cuando el coche empezó a moverse mis ojos se llenaron de lágrimas y traté con todas mis fuerzas de calmarme.
Todo pasará, vas a estar bien... vas a estar bien.
Limpie mis mejillas cuando las lágrimas rodaron por ellas y me sentí muy agradecida de que la casa donde seria la fiesta de graduación de Amelia estuviera lejos porque tuve la oportunidad de tranquilizarme.
Me forcé a recordar mi fin de semana en Medianoche, a recordar a ese desconocido hombre con el cual tuve el mejor sexo de mi vida. Estaba ebria cuando llegué a la barra, pero aun podía recordar sus ojos verdes y esa hermosa sonrisa que tenía.
Si hubiera estado en mis cinco sentidos le hubiera preguntado su nombre, pero no tenía nada y era una lástima porque una distracción como esa me ayudaría mucho a superar mi puta realidad.
Cuando el coche estacionó, me sentí mejor, incluso estaba un poco acalorada por el recuerdo que había invadido mi mente.
Pagué el servicio y bajé, me acomodé el cabello, mi vestido y caminé hacia la entrada. Toqué el timbre y practiqué mi mejor sonrisa mientras esperaba que alguien me dejara entrar.
La puerta principal se abrió y Pamela, mi nueva compañera de piso, sonrió al verme. Se acercó y me dio un abrazo sincero que sabía no era solo en saludo, sino que intentaba animarme por lo del divorcio.
Lo que menos tenía eran ánimos para celebrar algo, pero le había tomado cariño a Amelia y no podía faltar a su fiesta.
Pamela se alejó y se hizo a un lado para dejarme entrar.
Solo di un paso hacia delante y la mirada intensa de alguien me hizo detener. Busqué al causante de esa extraña sensación y mi corazón se detuvo por una milésima de segundos cuando di con él.
Una verde y enigmática mirada masculina me observó desde el otro lado del recinto y los recuerdos frescos del Medianoche me asaltaron haciéndome sentir aturdida.

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Medianoche
RomanceNunca quise una segunda oportunidad, no para el amor, no para un sentimiento que rompió mi corazón. Yo solo quería vivir, disfrutar de mi nueva libertad y follar, no importa con quién, de todos modos todo sería temporal, pero entonces apareció él...