18 Andrés.

100 5 0
                                    


La observé mientras se alejaba, mientras movía su culo como una gatita feliz, una gatita que sabía me arañaría si me acercaba en ese instante así que decidí darle un poco de libertad para calmar su mal humor.

Ella lleva tu pulsera... —susurró Jack.

¿Por qué ella lleva tu pulsera? —me reclamó Amelia bajando de su banco— ustedes no tienen una relación, no deberías darle una pulsera de exclusividad y si lo haces deberías tener la delicadeza de decírselo.

Fruncí el ceño y levanté la mirada unos segundos a Sebastián, el cabrón estaba sonriendo con visible diversión.

Sin pensármelo un segundo, tomé de la cintura a la novia de mi amigo y la senté sobre la barra. Amelia palideció apenas le regalé una mirada poco amable.

Parece que España te hizo valiente, mi querida Amelia —gruñí sobre ella— pero cuida la forma como me hablas...

Sebastián acercó su mano y tomó la de su chica algo que la hizo recuperar su seguridad sabiendo que él la defendería de mí.

No he dicho nada que no sea cierto —respondió ella aun cuando estaba nerviosa— No tienes derecho a pedir exclusividad a alguien que olvidas cada vez que tu mujer aparece.

Amelia... —susurró Sebastián.

Ni siquiera me sorprendió su reproche, pero estaba seguro de que sus palabras eran una copia de las que seguramente Anna había usado.

Creo que no sabes las reglas del club, ¿verdad, mi querida Amelia? —pregunté sin quitar mi mala cara— Sebastián no te ha contado que dentro de este salón tenemos reglas...

No, no lo hice —respondió mi amigo.
Amelia lo miró preocupada.

Yo lo haré por ti, socio —gruñí ganándome la atención de la pequeña mujer frente a mí— si le faltas el respeto a cualquier persona de aquí, esa persona puede castigarte —Amelia palideció al oírme, algo que casi me hace sonreí—pero teniendo en cuenta que no lo sabias, voy a perdonarte esta vez, pero repito, cuida la forma como me hablas porque la próxima vez tu bonito coño pagará por tu atrevimiento.

¿Atrevimiento por qué? —preguntó Amelia— ¿Porque estoy de acuerdo con Anabelle o porque no me parece razonable que le pongas una pulsera de exclusividad cuando no das lo mismo?

No es una pulsera de exclusividad —le aclaré— es una pulsera de cuidado, de precaución ante estúpidas decisiones—Amelia se sorprendió al escucharme— La primera vez que la usaste, Sebastián solo intentaba evitar que pasaras un mal momento, es el mismo motivo por el que Anabelle lleva una...

Creo que no la conoces —respondió Amelia empujándome— Anna lleva años visitando lugares como estos.

Lo sé —respondí— ¿pero la has visto interesada en el sadomasoquismo o la sumisión?

Eso era algo que no sabía y esperé por la respuesta de Amelia. Ella se lo pensó un poco, pero al final no dijo nada al respecto, lo cual me hizo sentir más tranquilo.

Quizá Anabelle no sea tan temerosa como tú —susurré— pero está furiosa conmigo y ustedes las mujeres tienen la mala costumbre de castigarnos haciendo tonterías —Amelia me regaló una mala mirada— No evitaré que participe en lo que decida... solo voy a asegurarme de que no tome una mala decisión por mi culpa.

Amelia dejó caer sus tensos hombros y cuando miré a mi amigo él estaba sonriendo. Dio un paso hacia su chica y yo me alejé.

Andrés —susurró Jack llamando de nuevo mi la atención— ¿cuáles son los límites permitidos?

MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora