Cuando encuentras a esa persona que te acelera el corazón con solo sonreír sientes que ha hallado el cofre del tesoro del otro lado del arcoíris, pero cuando sabes que por más que ella parezca perfecta no lo es y tienes que tomar la difícil decisión de alejarte, duele.Se siente como si tuvieras algún tipo de adición y luchas cada día por no caer en ella, por no dejarte llevar por lo que deseas hacer y te aferras a tu orgullo para seguir firme un día más.
Pasaron dos semanas desde que regresé de Madrid, desde que salí de aquella habitación del hospital y me marché sin decir nada más.
Los primeros días quise llamarla, quise saber si estaba bien, pero fui fuerte y no caí en esa tensión. Gracias al cielo pude a través de Amelia saber que ella estaba mejor, que había regresado al trabajo y me quedé más tranquilo.
Confieso que esperé que escribiera, que intentara contactar conmigo, pero no lo hizo y aferrándome a mi orgullo, otra vez herido, tampoco lo hice y pasaron dos semanas en las que fingí que no echar de menos a esa loca mujer, que no miraba el único mensaje que envió para mí y contemplaba como idiota su foto de perfil.
*****
Estaba sentado en la esquina superior de una gran mesa de cedro brillante ocupando mi lugar en la importante corporación Becquer. A mi alrededor había unas ocho personas discutiendo sobre la producción de azúcar y alcohol de esa semana.
Después de examinar minuciosamente los reportes, me recosté de mi asiento y tomé mi humeante taza de té, era la tercera del día, pero después de cinco juntas no podía evitarlo.
—El ingeniero Becquer viajará el martes a inspeccionar las reparaciones —intervino, Edgar, un hombre de unos 60 años que se ocupada de la producción— cuando nos de la autorización podremos iniciar la molienda.
—Bien —agregué cuando terminé mi bebida caliente— entonces nos reuniremos el miércoles para discutir sobre los nuevos equipos que vamos a comprar y la distribución que haremos —tomé mis cosas y me puse de pie— Señores, buen día.
Con los documentos en mano abandoné la sala de juntas sin decir nada más. Ese había sido un día bastante trajinado y lo único que deseaba era volver a casa y descansar un poco.
Al doblar el pasillo caminé hacia la oficina de Sebastián y le sonreí a Carol, mi mejor amiga.
—¿Todo bien? —preguntó ella tomando los reportes que le entregué.
—Sí, cuando empiece la nueva producción sabremos si el dinero invertido da sus frutos —Carol asintió— ¿Sebas...?
—Está en camino, tiene una pequeña conferencia online y se marchara pronto —yo la escuché en silencio— la señorita Mondedeu llegará sobre las seis y me dijo que iría con Amelia a recogerla.
Odie la forma como mi corazón se aceleró y sobre todo la forma como una sonrisa quiso aparecer en mi boca al saber que ella estaría en la ciudad.
—¿Anabelle llega hoy? —pregunté intentando ser indiferente.
Joder, actuando soy un desastre.
—Pensé que habías dicho que no pasaba nada con la española —respondió mi amiga recordando la conversación que tuvimos cuando volví de Madrid— ¿también te incluyo en la comitiva de bienvenida?
—No, yo paso.
Ella me miró extrañada, pero gracias al cielo no preguntó nada.
—¡Tío! —gritó una voz dulce detrás de mí.
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Medianoche
RomanceNunca quise una segunda oportunidad, no para el amor, no para un sentimiento que rompió mi corazón. Yo solo quería vivir, disfrutar de mi nueva libertad y follar, no importa con quién, de todos modos todo sería temporal, pero entonces apareció él...