Incluso cuando no quieres tener más latidos hacia esa persona, tu corazón parece no entenderlo porque solo basta con escuchar su voz para agitarse con fuerza y hacerte saber que tu mente nunca estará en sintonía con tu corazón.
*****
La risa suave de Carol se escuchó detrás de mí mientras debatía entre la idea de meterme al agua y sacar a Anabelle o marcharme dejándola hacer lo que le diera la gana.
Los brazos de mi mejor amiga me rodearon la cintura y yo respiré profundo.
—Ahora entiendo porque te gusta tanto —la miré furioso y ella sonrió— te encanta porque es igual a ti...
—¡Se puede ahogar! —gruñí molesto— es peligroso...
—No lo es... —la miré sin poder creer que estuviera diciendo eso— Tú estás aquí y saltarías al agua si ella estuviera en peligro...
—¡No soy su niñero!
—No cariño, solo eres el hombre que la quiere —sentí un sacudón fuerte al escucharla— contigo aquí ella no corre peligro... y lo sabe, por eso no tiene miedo... porque incluso cuando te dijo que te alejaras, tú estás aquí.
—No estoy aquí por ella, no voy a rogarle... —gruñí— No voy a perder mi tiempo con alguien que no siente lo mismo por mí...
—Tiene miedo —susurró Carol con pesar— y tiene razones para tener miedo... no te rindas tan pronto, cariño... no con ella.
Me besó la mejilla y volvió a mirar a Anna nadando.
—Me encanta esta mujer... Es perfecta para ti.
—Vete a dormir —ordené— Has bebido demasiado...
—¡También te quiero! —respondió alejándose.
Furioso por no poder marcharme como deseaba, metí las manos a mis bolsillos y la contemplé mientras ella parecía estar practicando para las olimpiadas.
Quería irme, quería dejarla, pero no podía, no cuando las otras dos mujeres en la casa también estaban ebrias, no cuando de las tres Anabelle parecía ser la problemática incluso estando ebria y aunque mi orgullo herido gritaba que me marchara no lo hice.
—Me aseguraré de que no corras peligro y me marcharé —susurré mirándola— No he venido a rogarte...
Había prometido no acercarme a ella, pero de nuevo el destino parecía querer unirnos, incluso cuando ninguno de los quería que sucediera.
No sé cuánto tiempo pasó, pero ella finalmente se detuvo a un lado.
—¿Te cansaste? —pregunté.
Anabelle giró asustada, parecía sorprendida al verme.
—Sal de allí —le ordené.
Ella parecía no escucharme y mi paciencia estaba por llegar a su fin, pero un gesto de incomodidad me advirtió que ella no estaba bien.
—¡Joder! —se quejó de pronto.
—¿Qué sucede? —pregunté preocupado— ¿estás bien?
Ella se cubrió la boca con una de sus manos y negó con la cabeza.
Sin pensármelo demasiado me incliné hacia ella para sacarla de allí.
—Toma mi mano —le ordené, ella me miró confundida— te ayudaré a salir.
Anabelle se lo pensó un segundo y luego sostuvo mi mano izquierda. La sujeté con firmeza y tiré de ella con fuerza haciendo que su cuerpo saliera del agua con rapidez y chocara con el mío humedeciendo mi ropa.
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Medianoche
عاطفيةNunca quise una segunda oportunidad, no para el amor, no para un sentimiento que rompió mi corazón. Yo solo quería vivir, disfrutar de mi nueva libertad y follar, no importa con quién, de todos modos todo sería temporal, pero entonces apareció él...