34 Annabelle.

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A veces no deberíamos olvidar que la vida no es perfecta, ni las personas que nos rodean los son. A veces deberíamos recordar que en medio de tanta felicidad siempre apareceran nubes grises que nos harán apreciár el sol cuando está iluminándonos.

*****

Durante los siguientes cuatro días, me sentí en paz y tan feliz que el mundo estaba en perfecta sintonía para mí. Andres me hacía sentir segura, protegida y extremadamente satisfecha, algo que me hizo saber que había tomado una buena decisón al dejarlo entrar en mi vida.

Cada mañana sus besos me despertaban y cada momento que pasaba con él sentía que era una bendición haberlo encontrado.

La seguridad que veía en Andrés me hacia admirarlo y cada vez que él me contaba sobre su vida o su trabajo me sentía más encantada con ese hombre fuerte, valiente, trabajador y ardiente que había entrado en mi vida.

Me dejaba en la revista cada mañana, iba por mí al terminar jornada y disfrutábamos de momentos insuperables como pareja, en el club, en la mazmorra que construyó para complacerme.

Andrés era el hombre que quería tener siempre a mi lado y conforme pasaba tiempo sentía que podía tomar la loca decisión de dejar mi vida en España y mudarse para empezar una nueva historía a su lado.

Estaba lista y lo sabía, perdo decidí no decírselo aún, quería toturarlo un poco hasta que organizara todo en Madrid.

Bueno, creo que estamos listos —susurró Amelia entrando a la oficina, sonreí al ver lo emocionada que estaba—Mañana será un gran evento y Sfera tendrá una excelente participación gracias a Javier.

No muestres mucha emoción, tía —bromeé— No abuses de la calma de tu novio eh...

Amelia levantó el papel que llevaba en las manos y me golpeó el brazo con suavidad logrando que empezara a reírme de ella.

La puerta volvió a abrirse y el recién mencionado apreció logrando que Amelia se ruborizara de inmediato.

Oh, lo siento, pensé que este lugar estaba vacío —susurró Javier mirando a Amelia— no quería interrumpir...

No lo haces —aseguré empujándole una silla— siéntate.

Llevaré las cotizaciones —susurró Amelia tratando de huír— La reunión empezará pronto y necesito hacerle copias...

Sonrió antes de salir de la oficina y Javier se quedó mirando la puerta añorando a la mujer que se había marchado con tanta prisa.

No babees... —bromeé lanzándole un trozo de papel que había arrugado. Javier sonrió y tomó asiento.

Ella y Sebastián deben estar deseando que llegue el lunes para verme partir... —comentó, yo negué— Yo lo estoy deseando...

Quizá tú, pero ella no y menos Sebastián.

Ya, el tipo es perfecto... —respondió Javier aburrido— Él ni siquiera ha aparecido por aquí y pensé que tendría que verlos juntos todos estos días...

Es un buen hombre —fue todo lo que dije.

Javier giró los ojos y respiró profundo.

En fin, el lunes me iré y espero que cuando tenga que volver haya superado a Amelia... —yo también deseé que así fuera— o que no sea esta editorial la que obtenga los derechos de mis libros.

Ambos sonreímos sin emocion y él empujó su silla más cerca de mí y tomó mis manos sobre la mesa.

Contuvé las ganas de alejarme a causa del drama que había hecho Andrés por su causa, pero él era mi amigo y no habia nada malo en eso.

MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora