24 Andrés.

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El tiempo siempre parece correr más rápido cuando lo tienes contado. Cuando solo cuentas con poco menos de tres semanas para convencer a la mujer que quieres de quedarse a tu lado.

Sentía que cada día contaba, que, si no aprovechaba la oportunidad para demostrarle lo feliz que seria estando cerca de mí, ella iba a marcharse y la sola idea me aterraba.

Estaba dispuesto a mudarme a Madrid de ser necesario y aunque no me atrevía a definir lo que me estaba pasando con ella, lo sabía, claro que lo sabía y esa era otra de las razones por las que convencer a Anabelle de quedarse conmigo se había convertido en mi prioridad.

*****

Todos hablaban a mi alrededor mientras yo seguía al teléfono escuchando las tontas excusas que tenían las personas para justificar la mierda que hacen sin consultar.

Era jueves y apenas había regresado de San Mateo, llevaba dos días sin ver a Anabelle y eso me tenía de muy mal humor, pero el trabajo siempre se complicaba cuando menos lo necesitas.

Buenas tardes —escuché saludar a la pequeña mujer de Sebastián— perdonen el retraso... la imprenta nos lio un poco el trabajo...

No hay problema, Amelia... Anabelle —susurró Carol— aún no empezamos.

Aun al teléfono giré para mirarla apenas mi mejor amiga anunció que Anna también estaba allí y mi mal humor se relajó notablemente al verla.

Ella y su cuerpo perfecto estaban frente a mí, mirándome con una de esas sonrisas a las que empezaba a acostumbrarme.

Pero podemos solucionarlo —concluyó el idiota del otro lado de la línea— Solo necesito que....

¡No me interesa lo que tú necesites! —gruñí regresando mi atención a la llamada— la compra la aprobaste tú y te harás responsable de todo este asunto —amenacé.

Está bien, señor Brasher, si le parece mañana podría ir a verlo.

—¡No, no estaré disponible mañana! —respondí molesto— te veo el lunes en las oficinas.

Furioso por los problemas que generaría esa irresponsable compra, terminé la llamada y giré hacia mi mejor amiga.

Carol, el lunes a primera hora quiero ver a Rooter —ordené.

Ella asintió y aunque me hubiera gustado acercarme a Anna había demasiada gente en el salón como para permitírmelo.

Amelia... —susurré mirando a la pequeña mujer.

Hola Andrés —respondió mientras ocupaba un lugar en la mesa.

Anna... —susurré dejando que mis sentimientos acariciaran cada letra de su nombre— ¿Cómo estás?

Muy bien, señor Brasher —ella se mordió la parte interior de su labio y ocupó un lugar junto a Amelia— ¿Mal día?

Ya no —admití.

Anna me regaló de nuevo de sus mejores sonrisas y aunque me hubiera gustado ir hacia ella y besarla, tuve que contener mis intenciones cuando mi mejor amigo tomó la palabra.

Concentrándome en las palabras del jefe, me recosté de mi sillón y durante dos horas escuché con atención cada uno de los presentes y el gasto que representaría para la editorial los próximos lanzamientos.

En esa ocasión, estuve de acuerdo en todo lo que se había planeado para el mes así que solo aprobé los presupuestos presentados.

Lo único que faltará será buscar al reemplazo de Fernanda —concluyó Carol dejando caer sus anteojos— A menos que Anabelle esté interesada en el puesto...

MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora