31 Annabelle.

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Carol estaba terminando de guardar los documentos y hablaba con Pilar a un lado del gran salón mientras yo guardaba sus cosas, lista para marcharse.

¿En serio estás con ese tío? —preguntó Javier detrás de mí.

No sé por qué te sorprende tanto, nos viste juntos en Madrid...

Dijiste que eran amigos —me recordó, yo solo sonreí— Pero qué pasa con las mujeres, le ponen los viejos ¿o qué?

Entiendo tu molestia, o intento entenderlo, pero no te pases.

¿Pero estoy mintiendo? —preguntó Javier— es decir, ¿qué edad tiene? Si es amigo de Sebastián debe tener su edad ¿verdad? Es decir... unos 10 o 12 años mayor que tú.

¡Vale, me voy! —fue la respuesta que le di mientras tomaba mis cosas de la mesa— ¡Hasta mañana, señoras! —ambas levantaron la mano en despedida y giré hacia Javier— Y tú, búscate a alguien con quien follar a ver si dejas de echarle mierda a la gente que intenta ser feliz.

Dicho esto, salí de la sala de juntas y me detuvo para llamar el elevador mientras sacaba mi móvil para pedir un taxi.

Lo siento —susurró Javier apareciendo a mi lado.

Me hice la que no lo escuché y continué pidiendo mi taxi.

Creo que palidecí cuando fui consciente de que casi eran las 10 de la noche.

¡Mierda! —gruñí al ver la hora y encontrar ademas unas cinco llamadas perdidas de Andrés— ¡Mierda! —repetí molesta.

¿Anna? —susurró Javier justo cuando el elevador se abrió.

Hablamos mañana, Javier...

Marqué el primero piso y revisé los dos mensajes que él había enviado.

Dragón
¿Dónde estás, hermosa? ¿Quieres que vaya por ti?
¿Anabelle, olvidaste la cena?
Por lo menos me hubieras avisado que no llegarías para no esperarte como idiota...

¡Joder! ¿Cómo se me ha podido ir el tiempo así?

Tuve la intención de responder, pero decidí llamarlo, marqué su numero y él no respondió.

Me sentí molesta por ser tan despistada, por nunca estar pendiente del movil, por haber arruinado nuestro primer día en su casa.

Durante el trayecto que le tomó al taxi llevarme hasta la casa de Andrés, traté de comunicarse con él, pero ni siquiera leyó el mensaje que envié.

Cuando estuve frente a su puerta contemplé la idea de tocar y no usar la llave que él me habia dado, pero no quise hacerlo enfadar más así que entré y me preparé para aguantar su razonable mal humor.

El silencio que me recibió me hizo suponer dos cosas: o estaba dormido o no estaba en su casa.

¿Andrés? —llamé sin obtener respuesta.

Dejé mis cosas sobre la mesa y seguí hasta la cocina, donde tampoco lo encontré así que subí por las escaleras hasta el segundo piso y al llegar a su habitación me di cuenta que él no estaba allí.

Sin saber qué hacer, lo único que se le ocurrió fue mandarle un mensaje a Carol y pedirle que averigüe dónde estaba Andrés.

Mientras esperaba una respuesta, me metí a la ducha y tomó un rápido baño para intentar pensar bien en lo que iba a hacer.

Estaba caminando hacia su vestidor esperando encontrar mi maleta allí, pero la sorpresa me atrapó cuando encontré toda una sección de este ocupado por mis cosas.

MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora