A veces se vive mejor sin ese latido acelerado en tu corazón, sin esa emoción que te causan ciertas personas, sin esa ilusión que sabes terminará en decepción. A veces es mejor repetir una y otra vez que todo está bien cuando no sientes nada, ni bueno ni malo, nada.
Había pasado más de una semana, una larga y aburrida semana. El trabajo me ayudó a distraerme de mis pensamientos, de esos sentimientos que no quería admitir que tenía, pero que estaba allí y se materializaban en lágrimas por las noches.
Después de aquel día, Andrés había hecho todo lo posible por no ir las juntas en la editorial y le había asignado todo el trabajo a Luis, pero estaba bien, para mí estaba bien, era lo mejor o eso quise pensar.
*****
Aquel restaurante de comida argentina era el favorito de todos y una vez a la semana nos pasamos por allí para disfrutar de su comida y del buen vino que tenían.
Amelia ese viernes estuvo sola y junto a Carol me convencieron para acompañarlas al pueblo donde Sebastián había crecido.
—Sebastián llegará el domingo —comentó Amelia mirando su copa— cuando vuelva de San Mateo se reunirá con nosotras.
No pude evitar sonreír al ver lo enamorada que estaba y lo fácil que le resultaba expresarlo frente a todos, pero su sonrisa cayó notablemente de pronto y frunció el ceño al mirar detrás de mí.
Sorprendida giré a ver la razon de su desencanto y un ridículo dolor atravesó mi pecho al verlo.
Andrés acompañado de una mujer muy guapa y elegante apareció en la puerta del restaurante y nuestras miradas se cruzaron unos segundos, esos en los que me costó trabajo respirar y usando todo mi esfuerzo fui capaz de volver mi atención a las mujeres sentadas a mi lado.
Me sentí agradecida cuando Amelia pidió la cuenta y deseé con el alma que el mesero la trajera pronto para poder marcharnos antes de que Carol se diera cuenta de que él estaba allí.
—¡Carol! —gritó una voz femenina cerca de nosotras.
La mencionada giró y la sorpresa fue visible en su rostro en segundos.
—¡Ivonne! —exclamó Carol levantándose— ¡No lo puedo creer!
Tomé de nuevo mi copa y bebí de ella cuando me di cuenta de que la mujer que había saludado era la misma que había llegado con Andrés.
—¿Cuándo volviste de España? —preguntó Carol mientras se abrazaban—No sabía que estabas en la ciudad...
Andrés apareció frente a nosotras y lo vi besar la mejilla Carol antes de girarse hacia Ame y regalarla la mejor de sus sonrisas.
—Mi querida Amelia... —dijo con su típica voz varonil.
Amelia sonrió cuando él se acercó para besarle la mejilla.
—Hola Anabelle... —me saludo con frialdad y sin moverse de donde estaba.
Me tomé mi tiempo para calmar mis nervios y lo miré.
—Hola —fue todo lo que dije.
Él más rápido de lo que esperé dejó de mirarme y yo sin poder evitarlo, aproveché el momento para detallar lo guapo que lucía esa tarde.
La última vez que nos vimos fue en el club, en aquella mazmorra mientras me corría por primera vez gracias a Jack. Para cuando reaccioné de mi delicioso placer, Andres se había marchado y me obligué a continuar con mi primera leccion de sumisa sin pensar más en él.

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Medianoche
RomanceNunca quise una segunda oportunidad, no para el amor, no para un sentimiento que rompió mi corazón. Yo solo quería vivir, disfrutar de mi nueva libertad y follar, no importa con quién, de todos modos todo sería temporal, pero entonces apareció él...