41 Andrés.

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La felicidad que te da el amor se parece una mañana de primavera, a la belleza de las flores al nacer, a la luz con la que ilumina los días grises que dejó el invierno.
La felicidad que te da el amor sabe a paz, a seguridad y valentía, sabe a esperanza, a una nueva vida.

*****

Cuando la puerta de la sala de juntas se abrió, dejé de besarla y se alejó de mí dando un paso hacia atrás. Anna miró asustada a quien mos había interrumpido y de pronto sonrió.

Lo siento... —susurró Pamela— No sabía que estabas a acompañada...

Me giré hacia ella, la joven sonrió.

Está bien —respondió Anna intentando recuperar la calma.

Trató de alejarse, pero sostuvo su mano.

Tengo que irme a trabajar...—me explicó aun con la respiración acelerada— debo dejar todo en orden antes de viajar...

No me has dado una respuesta —le recordé.

No es el lugar ni el momento —fruncí el ceño— supongo que en Mallorca tendremos la oportunidad de hacerlo...

Rrelajé notablemente mi tensión al escucharla y asentí.

Sigo pensando que es un error —aclaró Anna— pero lo hablaremos luego...

De acuerdo —respondí— ¿A qué hora planeas viajar?

No lo sé, hablaré con Anahí, cuando compre los billetes y me envíe el itinerario te lo reenviaré ya que no tienes un correo corporativo.

Sí lo tengo —respondí, Anna me miró sorprendida.

¿Tienes un correo corporativo? —preguntó sin dar crédito a mis palabras, asentí con seguridad— ¿Desde cuándo planeaste esto?

Desde que decidí venir por ti —admití sin problemas— encontrarnos en la casa de tus padres fue lo único que no planeé...

Anabelle me miró en silencio por unos segundos y suspiró.

Vale —fue todo lo que se atrevió a decir— me iré a trabajar...

Vale —repetí intentando usar su acento, ella no pudo evitar sonreírme y me sentí mejor de verla así—extrañé tus sonrisas...

Anabelle se avergonzó y se alejó para tomar sus cosas de la mesa. Mientras yo dirigía mi atención a Pamela.

He sentido un dejavú gracias a tu interrupción —le dije, Pamela sonrió— Es la segunda vez que arruinas un gran momento.

Lo siento tanto —susurró ella con emoción por lo que había presenciado, le guiñé un ojo— Anahí quiere saber para que hora quieres el vuelo a Mallorca, Anna.

Vale, iré ahora mismo —respondió caminando hacia Pamela aun de pie en la puerta y cuando pensé que se marcharía, ella se detuvo y giró a mirarme— Nos vemos más tarde...

Estaré deseándolo...

Anna suspiró y salió de la sala sin volver a mirarme.

Me apoyé de la pared y dejé que la esperanza me atrapara por un momento. Esperé que el deseo que ella había despertado se calmara pues era muy evidente lo excitado que estaba.

Cuando logró calmarme, tomé mis cosas y caminó fuera de la sala de juntas. Tenía varios asuntos que atender antes de volver al hotel, así que se apresuré para ir al elevador y esperé allí a que este llegara.

MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora