10 Andrés.

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Los caminos se juntaban de manera repentina y algunas veces se unían con el de una persona que, aunque te gustaría, sabías que no estaría incluida en tu destino.

Después de mi divorcio me metí en la cabeza que el amor era una mierda que solo lastimaba y durante dos años disfruté del placer que el sexo sin compromisos me dio, pero Anabelle apareció para recordarme lo agradable que era tener a alguien con quien compartir tu tiempo, alguien con quien hasta una conversación insignificante resultaba agradable, alguien a quien se le hizo muy fácil estar dando vueltas en mi cabeza incluso después de haber disfrutado de su cuerpo.

Por más que intenté creer que podría mantener todo como algo casual y sin importancia, no lo había logrado y fui consciente de ello cuando ninguno de los dos parecía querer poner distancia y olvidamos nuestra regla de no involucrarnos de forma sentimental porque por lo menos yo, ya estaba involucrado.

Los cuatro días siguientes se los dediqué a ella, dormí dos veces en su casa y cuando volvió Pamela ella se quedó conmigo en el hotel.

Fingimos que todo había pasado de forma inesperada, que no habíamos planeado nada, pero lo cierto era que hicimos todo lo posible por vernos en las noches sabiendo que no íbamos a poder despedirnos hasta la mañana siguiente.

Desayunamos juntos la mayoría de las veces y aunque durante todo el día no sabía de ella, había complido su promesa y llamó cuando salió del trabajo. Inventamos cualquier pretexto para vernos, quizá algo que ella olvidó en el hotel, o el vino que no acabamos la noche anterior, pero siempre lográbamos pasar la noche juntos.

Había sucedido, ella y yo estábamos involucrado, aunque ninguno se atrevía a admitirlo.

*****

Mi madre estaba en el jardín hablándole a sus rosas mientras las limpiaba con cuidado. Ella siempre fue así, siempre amó la naturaleza, los animales, el aire libre.

Siempre que estaba en casa con ella deseaba quedarme, no dejarla, pero yo había crecido y había dejado el nido, aunque me seguía haciendo falta su desmesurado amor.

Mi hermana apareció a mi lado y me tomé un momento para intentar ver a través de sus ojos que tal mal la estaba pasando, pero con ella siempre fue difícil, Fernanda siempre supo ocultar sus malos momentos con ironías o burlas tontas.

Estoy bien —susurró aun cuando no se lo pregunté— No moriré.

No valdría la pena morir por alguien tan insignificante...

Ella miró a nuestra madre y una suave sonrisa se dibujó en sus labios.

No sé si te pasa —susurró— pero cuando estoy aquí, nunca quiero irme...

Es el efecto causa un buen hogar —admití.

Fer se abrazó a mí y besó mi mejilla, le acomodé el cabello y en silencio le rogué a Dios para que ella pudiera dejar atrás a ese cabrón.

Se quedó mirándome por más tiempo de lo necesario y después de unos minutos achinó sus hermosos ojos.

Hay algo raro en ti... —me dijo de pronto, yo la miré sin entender— Pareces feliz...

Sonreí burlándome de su comentario.

También lo creo —susurró mi madre.

Ni Fer ni yo habíamos notado que ella estaba junto a nosotros.

¿Verdad que no estaba así cuando vinimos? —preguntó mi hermana, yo giré los ojos ante su tonto comentario— No lo estabas.

Debe ser porque estaba preocupado por mi hermana problemática... —respondí.

MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora