Desde que dejé la casa de mis padres me propuse ser todo lo contrario a mi madre, empezando por el mal sexo que suponía debía tener con mi padre, con ese machista que la follaba una vez a la semana y solo para su placer.
Creo que fue esa la razón por la que cuando inicié mi vida sexual me dediqué a disfrutarla como mejor podía y también la razón por la que el Medianoche siempre me pareció el lugar a donde pertenecía.
La libertad que tenía para admitir sin vergüenza lo que deseaba era lo que más me gustó, poder decidir cuándo cómo y con quien hacer realidad mis fantasías era todo lo que necesitaba a mis 24 años y con lo que viví desde entonces.
Habían pasado dos meses desde que firmamos el divorcio y después del ataque de David, dejé de sentir pesar por esa ruptura, gracias a su violenta actitud acepté que mi destino no estaba a su lado.
Las primeras noches después del ataque tuve pesadillas, en todas revivía ese horrible acontecimiento, pero en ninguna aparecía Andrés, siempre me despertaba antes de poder verlo y era horrible.
Me obligué a llamar a Ethel, mi amiga psicóloga y necesité de algunas sesiones para dejar de soñar con ese momento, pero el miedo que sentía cada vez que alguien, de algún modo, me inmovilizaba era algo que tomaría más tiempo.
Al diablo mis ganas de jugar a la sumisa alguna vez.
*****
Habían llegado hacía dos días a la ciudad, había conocido la editorial y a muchas personas agradables, pero, aunque no iba a admitirlo, no saber de Andrés me causó cierto pesar.
Hicieron una cena para recibirme a la cual también asistió la asistente de Sebastián, pero Andrés no apareció e imaginé que seguía enfadado.
Lo estuvo cuando no denuncie a David y lo entendía, aunque él a mí no, pero sentía que estaba haciendo todo lo posible por evitarme y no era agradable.
El sábado casi fui obligada a almorzar en la casa de Sebastián, era cumpleaños de Antonieta, su hija y realmente, aunque intenté encontrar una excusa para negarme, no lo logré.
Y allí estaba yo, sentada en su jardín, frente a su piscina mientras Carlos, el esposo de Carol, vigilaba la carne sobre la parrilla.
Sebastián apareció por la puerta de cristal con otra botella de vino y se inclinó hacia Amelia para besarla antes de volver a llenar nuestras copas.
—¿Qué te ha parecido la editorial? —me preguntó él— me gustaría que nos aconsejaras sobre lo que nos podría estar haciendo falta...
—Lo sé —respondí sonriéndole— Le dije a Carol que el lunes nos reuniríamos para sugerirle algunas modificaciones que creo podrían ser beneficiosas.
—Gracias —me dijo sonriendo.
Escuchamos el sonido del portón abrirse y mi corazón por segunda vez se aceleró ante la posibilidad de que fuera él.
—¡Es mamá! —gritó Antonieta desde el salón dentro de la casa.
Sebastián sonrió y se puso de pie, volvió a besar a Amelia y caminó por el jardín hacia la cochera.
Miré a Amelia preguntándome si sus celos naturales también alcanzaban a la madre de Antonieta, pero ella parecía muy relajada.
—Patricio le ha pedido matrimonio —susurró Carol.
No tenía idea de quién hablaba, pero Amelia sonrió emocionada.
—Patricio es el novio de Marcela —comentó Carol mirándome— La madre de Anto.

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Medianoche
RomanceNunca quise una segunda oportunidad, no para el amor, no para un sentimiento que rompió mi corazón. Yo solo quería vivir, disfrutar de mi nueva libertad y follar, no importa con quién, de todos modos todo sería temporal, pero entonces apareció él...