35 Andrés.

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Basta un error, un mínimo error para que todo se vaya a mierda, para que ese mundo perfecto que estabas construyendo se derrumbe frente a ti y no puedas, por más que lo intentes, hacer nada para evitarlo.

*****

Estaba sentado sobre el sofá y Sebastián me miraba en silencio mientras bebía de su café. Había llegado muy temprano porque necesitaba hablar con él, necesitaba intentar escuchar a la única persona que sabía me daría una opinión objetiva.

No entiendo qué sucede contigo —susurró Sebastían— Ayer estuviste gritándole a Anabelle y ya eso era bastante malo.

No todos gozamos de una paciencia como la tuya, Sebastián.

Pero sabes lo que es el respeto y la educación...

Ni siquiera podía defenderme, mi mejor amigo de nuevo tenía razón, había perdido el control a causa de Javier y no era capaz de evitarlo.

¿Quieres explicarme por qué actuas así? —susurró.

Anna iba a hacer una inseminación —empecé a decir, Sebastián no parecía sorprendido— empezó el proceso antes de venir...

Lo sé —respondió Sebas— Me lo contó Amelia...

¿No pensabas decírmelo?

Imaginé que Anna iba a hacerlo...

Intenté no ponerme de peor humor y continué.

Me enteré porque la secretaria de su doctora llamó, pero Anna dijo que dejaría el tratamiento... ¡pero el imbécil de Sálamo le ha ofrecido ser su donante de espermas!

Sebastián frunció el ceño al escucharlo.

Esa es la razón por la que estoy así... ¡Ese imbécil!

¿Ella dejará el tratamiento? —preguntó Sebastián, lo miré confundido— ¿Por qué lo dejará?

¿Cómo por qué? Estamos juntos y yo no quiero tener hijos.

Sebastián frunció más el ceño.

Nos estamos conociendo, Sebastián... tengo planes a futuro con ella, pero ya sabes que no me interesa la idea de ser padre...

No te interesa desde que te sentiste aliviado de no haber tenido hijos con Luciana porque de lo contrario estarías unido a ella siempre.

¡Da igual! —respondí molesto— Anna está de acuerdo, pero este imbécil le dijo frente a mí que le encantaría ayudarla a ser madre, le ofreció ser su donante.

¿Y eso lo hace en una mala persona? —preguntó Sebastián— Yo no lo creo...

Empujé la silla, me puse de pie y lo miré furioso.

¿Eres mi amigo o mi enemigo?

Ser tu amigo no me hace estar de acuerdo siempre contigo —respondió con calma— sobre todo cuando eres quien está en un error.

¡No me jodas, Sebastián!

¿Qué es lo que te molesta, Andrés? ¿Qué Sálamo le haya ofrecido su ayuda o que Anna pueda darse cuenta de que a su amigo le importa más su felicidad que a ti?

Me congelé al escucharlo.

¿De qué mierda estás hablando?

De que lo único que he escuchado hasta ahora es lo que a ti te molesta —respondió Sebastián con una voz más calmada— lo que tú no quieres, pero no me has dicho cuán preocupado estás por Anabelle, por lo que quiere...

MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora