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Extrañaba lo que era llegar a casa temprano. Olvidé lo placentero que se sentía preparar un par de sandwiches para la cena, mientras escucho a Harry Styles de fondo. No obstante, toda aquella paz terminó cuando recordé que recién hace una hora, Minho había dejado a un chico semidesnudo en mi habitación.

Renuncié a mi cena y dejé el plato en la barra de la cocina. antes de ir, me cargué con un balde de agua y una toalla de tela, además de mi gas pimienta. Satisfecha con mi decisión, comencé mi lenta caminata hacia a mi habitación. El pasillo de mi casa nunca había dado tanto miedo como ahora lo hacía. Probablemente en este momento estoy comenzando a desarrollar una diabetes gracias a estos sucesos terroríficos ocurridos en un mismo día y ni siquiera me he dado cuenta. Cobardemente, mis piernas comenzaban a tiritar con cada paso dado. El volumen bajito de la bocina no me estaba funcionando de mucho, así que tuve que hacerle segunda a la canción, con tal de hacer un poco de ruido.

-Daylight, you got me cursing the daylight (OoOh) Daylight, you got me cursing the daylight (OoOh) Daylight, you got me calling at all times (OoOh) Ain't gonna sleep 'til the daylight (OoOh) ~

Finalmente, mi puerta de madera me saludaba tranquila. Acerqué mi oído y me pegué, tratando de escuchar algún ruido que me confirmara sobre la existencia de vida humana ahí dentro, pero claramente, no ocurrió. Golpeé levemente la tabla con mis nudillos esperando un poco por alguna respuesta.

-¿Hola?, ¿estás despierto?

Cansada de hablarle a la nada, solté el aire en mis pulmones y me armé de valentía para tomar el pomo de la puerta.

-Voy a entrar -avisé.

El cuarto estaba oscuro, solamente podía ser capaz de ver mi camino, gracias a la tenue iluminación de la calle. Divisé a lo lejos el bulto del chico que Minho había lanzado a mi cama, éste manteniendo la misma posición. Dejé el balde de agua y las demás cosas encima de la mesita de noche. Afortunadamente, el frío no era tan fuerte en esta parte del departamento, sin embargo, me pareció extraña la excesiva calidez que se impregnaba en todo el cuarto. Me giré hacía el chico, descubriendo que su piel seguía siendo hermosamente pálida y brillantemente opaca. Acerqué un banquito al costado de la cama y comencé a limpiar el cuerpo con ayuda de la toalla. Verlo en mi cama, con el cuerpo lleno de lodo, me hizo recordar a mi Minnie y su excesiva exigencia con la higiene. Además no soy tan cruel como para dejarlo descansar en ese estado. Bajé un poco la cobija y sentí cómo mis mejillas quemaban y mis orejas se tensaban. El hercúleo torso del desconocido era incluso más formidable que el de mi exnovio. Tenerlo frente a mis ojos y disponible para toquetearlo, era demasiado para mi paz mental. Espanté los pensamientos impuros de mi cabeza, me abaniqué el rostro con la mano y me quité el suéter, sintiendo que en cualquier momento me desmayaría. Respiré profundo un par de veces más y pude proseguir con mi trabajo, pero nuevamente mi cabeza dejó de funcionar correctamente cuando el rastro de lodo iba más abajo de la pelvis.

Santa. Madre. De Dios.

Aborté misión y me levanté tapando de nuevo al cuerpo del pecado. Mi corazón latía enloquecido y juré sentir que mi alma salió de mi cuerpo cuando mi teléfono comenzó a sonar.

-¡Puta!

Dejé al moribundo solo y me dirigí a la cocina, en busca del aparato. Lo encontré encima de la mesa y respondí al instante, sin verificar el nombre de la persona que me llamaba.

-¿Bueno?

-Cariño, no cuelgues, por favor.

Me pegué en la frente y me quejé en silencio cuando aquella voz se adentró a mis oídos. Me recargué en la pared, resignada. Chupé mi labio y me mentalicé para mantener la calma durante los próximos minutos.

MR. SUNSHINE || LEE FELIX Donde viven las historias. Descúbrelo ahora