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Mi desesperación aumentó a mitad de la noche. A pesar de que había estado compartiendo la cama con Seung por el hospedaje de Lix, ahora no era capaz de descansar tranquilamente como era normal. Y es que no era lo mismo. Realmente estaba anhelando escaparme para ir con Felix. Incluso estuve a punto de llorar por el vacío que sentía en el pecho como consecuencia de nuestra distancia.

—Trata de dormir, _____ —alentó, Minnie.

—Quiero estar con él.

—No, no puedes ir a dormir con Felix, ¿qué si vuelves a quedar en ese extraño coma?

—Por favor —puchereé—. Está comenzando a dolerme el pecho.

Escuché el suspiro pesado de su parte. Creí que me dejaría ir con Lix, pero en lugar de ello, se levantó para tomar su teléfono. Lo llevó a su oído sin apartar la mirada de mí. La intensidad de sus oscuros iris me hizo temblar, sin embargo, no fue suficiente para hacerme retractar sobre mi anhelo.

—Hola, tía Sun, lamento la hora... Sí, es sobre ella, Felix está con fiebre y _____ dice que quiere estar con él... ¿Puedes venir a mi casa? —giró la mirada hacia a mí, llevándose el pulgar a la boca—. Gracias, tía, pasaré por ti.

Seung bajó el teléfono y se colocó un suéter encima. Guardó en sus bolsillos el teléfono y su billetera.

—No tardo y por lo que más quieras, no vayas con Felix —pidió.

—No puedo prometerlo.

—_____.

—¡Lo siento! Pero... Ahora mismo Felix está siendo mi debilidad, tengo... quiero estar con él, quiero saciar su ansiedad, él me necesita, Minnie.

Seung se acercó a mí, presionando mis mejillas. Alzó mi mirada y examinó mi rostro. Sus cejas se arrugaron y su boca se torció en pura angustia.

—Debo apresurarme, tus ojos son claros —murmuró—. Tan sólo, no te duermas, mantente despierta hasta que lleguemos.

Seungmin se apresuró a salir. Escuché el cierre de la puerta principal y seguí en mi misma posición. Estaba consciente de mi pérdida de peso por el sueño profundo en el que me vi sometida. Algunas de mis ropas me quedaban flojas y mis costillas podían notarse un poco más, sin embargo, un cambio como el color de mis ojos no era exactamente algo posible.

Me levanté a tropezones de la cama y me adentré al baño con esas últimas palabras de Seungmin en mente. Me detuve frente al espejo y revisé el color de mis ojos. Efectivamente, el tono ya era de un marrón oscuro, ahora mis ojos presumían de un aspecto claro casi llegando a un color avellana. Analicé el resto de mi cara y tuve que morderme la lengua para no espantarme. Mi rostro estaba pálido y mis labios resecos. Había estado tan ocupada pensando en Felix que nunca me preocupé por mí y ahora me daba cuenta de que estaba adoptando el mismo aspecto que el pecoso.

Tragué saliva y me dispuse a salir. Mis pies se movieron por voluntad propia, llevándome a mi habitación. Presioné los labios y eché el aire de mis pulmones. Golpeé la madera un par de veces con mis nudillos y acerqué la oreja, buscando escuchar una respuesta.

—¿Lix?

—¿_____?

Mi corazón se oprimió por lo bajo de su voz, pero muy en el fondo me sentí aliviada. Abrí la puerta y me adentré. Felix estaba sentado. No llevaba su playera y se veía agitado. Su cabeza estaba gacha y pude ver por el poco reflejo de la luz de afuera que sus cabellos escurrían en sudor. Me acerqué a él, tomé la toallita de la mesa de noche y levanté su rostro para secarlo. Los dorados luceros suyos ahora eran de un tono azul. Era un hermoso azul brillante y claro. Me abstuve de mostrar sorpresa y me dediqué a secar su rostro y un poco de su torso desnudo.

MR. SUNSHINE || LEE FELIX Donde viven las historias. Descúbrelo ahora