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Los primeros calores de la primavera comenzaban a hacerse presentes, orillándonos a la adaptación de los nuevos climas. El café frente a mí ya no humeaba, al contrario de algunos ayeres; ahora mi vaso contenía hielos suficientes para hacer del contenido una bebida refrescante. El menú del restaurante también cambió y el uso del refrigerador era mucho mayor.

A pesar de la normalidad de estos cambios, el sol y la luna seguían pasando por esos extraños fenómenos que afectaban al ambiente de paso. Los rayos del sol ya no eran brillantes e insoportables, pero aún desprendían un buen calor. La luna; por otro lado, comenzaba a ser cada vez más decadente. Las noticias en todos lados hablaban del verdadero final del mundo, pues a ese paso, la tierra dejaría de mantenerse en equilibrio, terminando así, con aquello que nos mantiene con vida. Las reacciones ante ante las noticias fueron distintas. Mientras unos hablaban de mentiras baratas del gobierno, otros comenzaban a sentir pánico, y no podía culparlos, no era nada tranquilizador saber que la humanidad va a dejar de existir en cualquier momento.

Levanté la cara. La mirada intensa de Felix comenzaba a marearme. Era como si me estuviera exigiendo respuestas de un interrogatorio mudo. Esto empezaba a volverse fastidioso y hasta cierto punto; irritante. Esa misma sensación no me abandonó desde que mis padres salieron de casa hace una semana por la noche. Lix estaba tan empeñado en verme de ese modo que no hubo manera alguna de quitármelo de encima. Peor aún era el hecho de tener que soportar un maldito dolor de cabeza –consecuencia de mis ojos–, que solamente me hacían querer golpearlo. El esfuerzo estúpido por tratar de verlo todo con claridad me desataba esa molestia, así pues, ahora había nacido un buen rencor contra ese pecoso desgraciado que me ha hecho darle gran parte de mi vitalidad. Gracias a él, ahora tengo que colocarme unas malditas gotas hidratantes en los ojos cada dos horas, tengo que usar unos incómodos lentes de sol en todo momento, me sometieron a dietas específicas y a una rutina de medicación a tiempo completo. En otras palabras, me vi obligada a adoptar una vida de anciana a mis apenas veinticinco años de edad.

Estúpido Felix.

—Puedo sentirlo.

—¿Qué cosa? —pregunté.

—Esta pesadez en mi estómago, estás molesta —afirmó—. Tranquilízate, por favor.

Me mordí el labio, sintiendo ese nudo en mi garganta, producto de las cosas que quería decirle, pero que no podían salir tan libremente. Lo vi fruncir el ceño y agarrarse el cuello, mera señal de que lo estaba sintiendo. Me levanté de mi lugar, sin esperar a nada, me despedí vagamente de Jisoo, agradeciendo el servicio y salí del local, dispuesta a comenzar con mi recorrido.

La sangre me hervía. Me sentía realmente molesta y desesperada. Hasta cierto punto, deseaba descargar toda mi vitalidad en Felix para simplemente morir y dejar de sentirme de esta manera. No era fácil pretender estar bien. Mi corazón se acelera cada tanto, mi respiración falla, todo a mi alrededor es borroso, mis huesos duelen y mi piel se irrita con facilidad. Estoy muerta en vida, pero tengo que pretender que sigo siendo la misma ____ tan llena de vida que desde hace muchos días atrás.

Ahora también me era difícil poder recordar una noche en la que no despertara a la mitad de la madrugada para ponerme a llorar. Me sentía apenada por mi Minnie y a pesar de querer ocultarme en el baño, tarde o temprano terminaba sentado en el suelo conmigo, dejando palmaditas en mi cabeza y sobando mi espalda.

¿Por qué tenía que ser así?

Las voces de los visitantes se hicieron diminutas e inentendibles con cada paso mío. La necesidad de escapar y lanzarme a algún vacío se volvió mucho más atractivo cuando la brisa fresca me acarició el rostro. Me sentía sola, deprimida, enojada. Ahora realmente quería devolver el tiempo para nunca haber hecho caso a mis instintos hospitalarios. Incluso, si por mí fuera, me encantaría regresar al útero de mi madre y no salir hasta que la trasladaran a la sala de partos.

MR. SUNSHINE || LEE FELIX Donde viven las historias. Descúbrelo ahora