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La cabeza me dolía. El estómago se me revolvió y nuevamente comencé a vomitar ese tinte negro, haciendo de mi ducha un escenario completamente asqueroso. Conseguí mi pulsera a tientas, colocándola lo más rápido que se me fue posible, entonces un nudo se me formó en el estómago y sentí un resplandeciente escalofrío en todo mi cuerpo, sin embargo, el malestar se desvaneció.

-¿Oye, estás bien?

-Sí, Minnie, estoy bien.

Escuché su respuesta bajo un murmullo y luego se fue. Me lavé una vez más y enjuagué el azulejo del baño, dejando el cuarto en condiciones decentes.

Me fue extraña la calma del pasillo. Estaba haciéndome el moño y en ningún momento escuché las pláticas o las carcajadas estruendosas de mis dos roomies. Confundida, terminé con mi cabello y salí del baño, dispuesta a cuestionarlos, mas no predije que la razón de su tranquilidad se debiera a las visitas sorpresa.

El perfume de aroma silvestre me refrescó la existencia. El conocido olor se infiltró por mis fosas nasales, provocándome un estado de melancolía. El corazón me palpitó como loco y mis ojos se achicaron cuando sonreí ampliamente.

-¡Tía Sun!

Me abalancé sobre ella, resguardándola en un abrazo casi fuerte. Pude sentir sus brazos que ejercían un poco de fuerza sobre mí.

-Volviste.

-Tuve suerte, mi niña, las vías marinas ya no están en funcionamiento por la extrañeza del mar, los aeropuertos comienzan a dejar de funcionar por los posibles peligros, pero afortunadamente me he encontrado con un grupo de locos que se arriesgaron para volver a ver a su familia -suspiró con una sonrisa.

La tía se quedó muda y nos miró a Felix y a mí en una mirada rápida y preocupante. Sentí la mano de mi pecoso sosteniendo la mía y colocándose a mi lado, ambos mirando igualmente a la tía.

-Si se aferran será más difícil de separarlos -mencionó.

Di un apretón a la mano de Felix y él regresó la acción tan inseguros e inquietos que lo único que deseábamos en ese momento era irnos de casa, probablemente escapar del país y perdernos en un lugar donde nadie pueda encontrarnos.

Pero no. No se podía.

-Puedo decir que estamos enamorados -musité.

-Se nota -asintió-. Pero es por su bien, se los aseguro, de otra manera la situación se complicará y no podrán ni separarse siquiera un metro de distancia... Puede sonar hermoso amarse tan fuerte como lo están sintiendo ahora, pero hago hincapié en que también es peligroso.

-¿Cuándo lo harás?

-Entre más pronto será mejor.

Me quedé en silencio, no sabiendo cómo impedirlo. La tía me sonrió con cariño y pasó su dorso se manera suave sobre mi mejilla, consolando mi decepción.

-Tía -habló Seung-. ¿Podemos dejarles que aprovechen estos días? Digo, _____ tiene día libre hasta la siguiente semana y pasado mañana es mi cumpleaños, no quiero tenerla bramando porque la separaste de Felix.

Miré a Seung, sintiendo el revoloteo en mi pecho. Mi mejor amigo me guiño el ojo y en ese momento lo vi como la persona más increíble en el mundo, incluso más que el mismo Felix. Me giré nuevamente hacia la tía, mirando su rostro en espera de una respuesta. Escuché su suspiro y la calma reinó en mi cabeza.

-Está bien, esperemos hasta tu día de descanso -asintió, será agotador así que, mientras puedan, disfruten de su compañía mutua.

****

El almuerzo estaba delicioso. La sazón de Jisoo seguía siendo increíble. Habían unos pocos cuantos clientes y el ambiente interno no era más que cómodo.

Seguía perdida en la mirada divina de Felix. En sus pecas y en su sonrisa tan linda que sólo logramos disminuir la imponencia de su apariencia seria. Salir abiertamente con él, besarlo en todo momento y poder mirarlo como el amor de mi vida era increíble. Estaba encantada con la feliz libertad de tenerlo a mi lado, aunque sea solamente por una semana.

No obstante, estos pocos días de darnos amor desenfrenado fueron suficientes para que realmente entendamos a lo que se refería la tía.

Repentinamente, ambos empezamos a sentir una punzada en el pecho cuando tenía que estar en mi posición de vigilancia. Tratábamos de estar lo más cercanos posible porque de otra manera, el dolor se volvía sofocante. Como si nuestra energía vital se fuera a desaparecer.

Para la fiesta de Minnie las cosas se volvieron un poco más complicadas, porque la presencia de mucha gente nos agobió y tuvimos que encerrarnos en el baño del pequeño salón de reuniones que rentó para su fiesta. La gente pensó que nos habíamos revolcado, pero simplemente nos habíamos tumbado en el suelo, abrazándonos y besándonos de vez en cuando.

-¿Saben dónde buscar? -me interesé.

Felix terminó el sorbo de su café y luego me sonrió con los labios cerrados, dejando un asentido delicado y corto.

-Jeonginnie tiene sospechas de un chico en Incheon.

-Me siento mal por hacerles perder el tiempo.

-Yah, no digas eso, no fue perdida de tiempo, mi padre me mandó a este mundo y simplemente algo falló con su magia -se encogió en hombros-. Igualmente, yo no podía hacer mucho, como ya viste, necesito de mis hermanos tanto como ellos necesitan de mí.

-Claro... Espero que está vez sí tengan suerte.

-Gracias... Tú deberías cuidarte mientras estás en el cuartel, puede ser peligroso.

-Tendré cuidado, lo prometo -puchereé-. Odio que esto se sienta como una maldita despedida.

-Yo también lo odio -aceptó, suspirando-. Sé que aún nos faltan un par de días juntos, pero me gustaría agradecerte por todo lo que me haz enseñado sobre tu mundo y sobre todo esto de los humanos, no pude haber tenido mejor maestra que tú.

-Oh, vamos no seas tan adulador -bromeé-. Gracias a ti por no hacerme sentir tan miserable, ni verme como un bicho raro.

-Te amo, te voy a tener en mi cabeza por toda mi eternidad, ¿de acuerdo?

Mis ojos ardieron, aguándose. Mi nariz empezó a arder y las ganas de ponerme a llorar se manifestaron de la peor manera. Sin embargo, asentí a sus palabras y le tomé del rostro, para besarlo como si no hubiera un mañana, como si hoy fuera el último día que pudiera tenerlo conmigo.

♥️

MR. SUNSHINE || LEE FELIX Donde viven las historias. Descúbrelo ahora