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El golpe en mi frente me hizo reaccionar. El rostro de Jisoo mostraba un gran asombro y por otro lado, Minho pelaba los ojos, riéndose como si fuera un maniaco.

—Eres un estúpido —regañó Jisoo, golpeándole en el brazo a Minho.

Vi a la pelinegra espantada, acercándose a mí, colocando el vaso de café helado en mi frente, su ceño fruncido y sus labios soplando toscamente. Llevé mi mano a la suya, deteniendo lo que sea que estuviera haciendo.

—Estoy bien —musité.

—Claro, reza porque eso no te deje un moretón —dijo, soltándome a regañadientes.

—¿Qué diablos pasa contigo, ah? —habló Lee—. Estás fuera de tu mente y el jefe ha estado esperándote desde hace quince minutos.

Me levanté de un salto y salí como alma que lleva el diablo. Era imperdonable. Sabía que últimamente había estado fallando en mi trabajo. Y no es como que pueda decirle al jefe que me disculpe porque la razón de mi ineficiencia se debe a que soy un zombie porque le di mi vitalidad al hijo del Sol; que por cierto, está atado a mí en alma.

Te odio, hijo del Sol.

Y más lo odié cuando mandó una punzada fuerte a mi pecho.

Finalmente logré llegar al edificio. Hice lentos mis pasos, calmando mi respiración estrepitosa. Di un par de suspiros, nivelando mis respiraciones hasta que estuve fuera de la oficina. Impacté mis nudillos con gentileza y sólo fue hasta que recibí su pase que terminé por adentrarme.

Ahí dentro se encontraban mi adorado jefe y Hyunjin. El primero lanzándome una mirada severa que casi me rompe el corazón. Les dediqué una reverencia corta y me acerqué hasta la silla al costado de mi compañero.

—Les debo una disculpa —mencioné.

—¿Te encuentras bien, _____? Desde hace días estás muy rara y tu desempeño ha estado decayendo.

—Estoy consciente de ello, jefe Bang, lamento está situación, pero prometo comprometerme con mi trabajo.

—Bien, eso es bueno —miró al chico a mi lado—. Hyunjin se tomará unos días, así que, junto a Minho, nos tocará hacer horas extra, pero antes quisiera confirmar que estés realmente segura de que puedes hacerlo, no me gustaría que te ocasiones algún daño, eres un muy buen elemento.

Mi corazón palpitó gustoso ante la preocupación de ese hombre tan divino, sin embargo, no podía pasar de largo el hecho de que tenía razón al pensar que no estaba exactamente bien como para permanecer activa en todo el tiempo completo. Antes de la llegada de Felix era común estas situaciones, pero ahora muy apenas puedo mantenerme concentrada en una sola cosa y no es como que pudiera darme el lujo de perder mi trabajo.

—Puedo hacerlo, tienen mi palabra —aseguré.

—Muchas gracias, _____, te debo una muy grande.

La sonrisa de Hyunjin fue enorme y honesta. Él era el que menos permisos había pedido en toda su antigüedad como guardia y aunque no lo sepa exactamente, podía deducir que había un problema personal urgente detrás de esa ausencia suya. Por eso le tomé la mano y le dediqué una misma sonrisa tranquila.

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MR. SUNSHINE || LEE FELIX Donde viven las historias. Descúbrelo ahora