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-Tiempo sin verte, _____.

Mi cuerpo se tensó cuando aquella voz llegó a mis oídos. Me levanté de la silla y me giré hacia él, dedicándole una reverencia. Éste llevó su mano a mi cabeza, dejando una caricia suave. El hombre tiró de sus comisuras y terminó revelando los hoyuelos en sus mejillas.

-Es un gusto, comandante en jefe.

Kim Namjoon estaba parado frente a mí. El poseedor del máximo puesto en la jerarquía militar y, personalmente, un gran modelo a seguir. Su apariencia no había cambiado mucho en los últimos años, tan sólo unas pequeñas arrugas que se colaban en su rostro descuidado y unas muy escasas canas que empezaban a nacer en sus patillas. Se me erizó la piel, y el nerviosismo me golpeó con algunos tintes minúsculos de terror. Su imponente y alta figura no eran una broma y a pesar de ya conocerlo, no podía evitar el temblor en mis rodillas. No cuando en mi mente llegaban los recuerdos de esas noches infernales en el ejército, en donde más de una vez quise tirar la toalla y darme un balazo en la sien.

-Veo que ya la conoce... Por cierto, es una sorpresa verlo por aquí, comandante en jefe.

El jefe de la comisaría habló, levantándose de su lugar para rodear su escritorio y saludar oportunamente al superior. Aunque, a juzgar por las maneras, podía fácilmente deducir que Kim Namjoon y Min Yoongi son cercanos.

El comisario Min, nos indicó sentarnos en el pequeño juego de tres sillones ubicado en medio de su oficina. Los tres nos situamos en los mismos con el comandante en jefe usando el mejor lugar.

-Una corazonada me dijo que viniera a visitarlo el día de hoy -mencionó el mayor.

Abría amado poder comenzar a morderme las uñas para menguar la naciente ansiedad, pero en su lugar tuve que morderme la lengua para no caer en la tentación, pues de otra manera, el comandante no se tocará el corazón para dejarme un puñetazo en la cabeza enfrente del comisario. La manía insalubre que tenía hace años fue cruelmente superada cuando estuve bajo el cuidado de Kim. Este siempre se encargó de golpearme en la coronilla con sus nudillos ásperos hasta que la necesidad de arruinarme los dedos se desvaneció con naturalidad. En sí, ahora sólo parecía que mi consciencia estaba buscando provocar al mayor, sólo para sentir viviente esa confianza entre nosotros.

-¿Bang Chan te ha tratado bien, niña?

La preocupación de sus palabras fueron un tanto genuinas y no me sorprendería saber que no dejó de vigilarme incluso después de terminar el servicio militar en su campo.

-Sí, el jefe Bang es un buen mentor y superior, señor -sonreí.

-Escuché lo que ocurrió la semana pasada en el parque -mencionó en un tono serio, pero destacable, que me hizo revolotear el pecho-. ¿De verdad atrapaste a tres de los asaltantes más activos de la ciudad?

Su curiosidad bañó la habitación. Los ojos de ambos hombres frente a mí se clavaron en mi rostro, ansiosos e interesados por mi respuesta afirmativa.

De alguna manera, la energía que Felix estaba dándome cada mañana -junto a las runas-, me hacía sentir mucho más eufórica y aventurera con cada inyección de su magia en mi cuerpo luego de unos días. Atrapar a ese primer asaltante me resultó tan placentero, que no tuve problemas en vigilar las calles fuera del parque, a pesar de las reprimendas que el jefe Bang me dio por mi rebeldía. Y ahora, toda aquella necesidad de drenar mis energías y molestias me terminó trayendo a este momento.

-Mis compañeros y yo ya estamos cansados de estos delincuentes, señor.

-La _____ que yo conocí hace años habría buscado entablar una absurda conversación antes de tener que disparar a sus pantorrillas -mencionó el mayor-. ¿Qué ha cambiado contigo?

MR. SUNSHINE || LEE FELIX Donde viven las historias. Descúbrelo ahora