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Nunca, en ningún momento de mi existencia odié tanto que mi jornada laboral terminara... hasta ahora.

—Ten un buen descanso, ____.

—Gracias, Jinnie, fighting.

Hyunjin se despidió y yo salí de las oficinas con mi mochila en el hombro. Hoy era el día. Hoy finalmente tendría mi completa libertad, mi cuerpo y alma serían únicamente míos y de nadie más. Pero saber esto se sentía tan horrible. Era como si fueran a quitarme un órgano importante del cuerpo. Ya estaba tan acostumbrada a Felix y saber que hoy me alejaría de él, comenzaba a arder como en el infierno.

Los días pasaban tan rápido que me desesperaba. Una maldita semana se sintió como un día y yo estaba segura que aún me faltaban muchos besos que darle a Felix. No podía y comenzaba a negarme a la fatídica realidad.

Me subí al auto y Seungmin me abrazó como si la despedida fuera con él. Era el único que sabía absolutamente todo lo que pasaba conmigo y con Felix, Seung entendía mis sentimientos y pude sentirme un poquito mejor por tenerlo a él a pesar de la tormenta sentimental que se aproximaba.

—Estarás bien, yo estaré contigo, ¿si?

—Gracias Minnie.

—Te quiero —me susurró, dejando un beso en mi mejilla antes de separarse y comenzar a manejar.

Tenía un nudo en el pecho. La respiración se me dificultaba y el estómago se me revolvía entre momentos. Las calles pasaban por el otro lado de la ventana. La vida nocturna nos perseguía y la calma de la noche ni siquiera podía brindarme un poco de la tranquilidad que en estos momentos ansiaba tener.

Seungmin manejó lento, se fue por el camino más largo, entendiendo que no quería admitir lo que estaba por pasar. Sin embargo, por mucho que quisiera ayudarme, era inevitable, tenía que suceder y no solamente por mí, si no por el hecho de que tenían que ocuparse de la maldición de su madre.

Aún tengo muy presentes los ojitos brillosos de Jeongin, su voz reprochando a sus padres por haberle jugado tan sucio y emocionarlo con el cuento de que yo era su descendiente. A juzgar por su tono, era seguro que si rencor iba a durar por un buen tiempo.

Jisung, por otro lado, fue tan amable y maduro en todo momento. Su buen trato para conmigo continuó. Ambos pudimos hablar más íntimamente sobre asuntos de la vida. Lo sentí como un amigo más, como un buen confidente y una persona a quien incluso podría confiarle mis cuentas bancarias.

Iba a perder a todos los hermanos, no solamente a uno y eso dolía cuando lo recordaba. Estaba siendo tan masoquista, pero era inevitable no pensar en ello, cuando marcaron permanentemente una parte de mi vida.

—Me encontré con Yeonjun —dijo Minnie, de pronto.

—Oh, ¿si?, dime que no lo golpeaste.

ja, ja, ja, ¿Por quién me tomas? No soy una persona violenta... Él simplemente me saludó y nos deseamos una buena vida, oh, también me dijo que te cuidara bien.

—A veces lo extraño —confesé—. Pero me alegra que siga su camino.

—Aish, mi bebé es tan adulta ahora —lloriqueó.

—¡Yah!

Seungmin se burló y luego dobló la esquina, llegando a nuestro destino. Ambos suspiramos hondo y salimos del auto. Me colgué de si brazo y comenzamos la caminata. Los nervios nos atraparon a ambos y tratamos de tontear mientras nos acercábamos al elevador. Queríamos escapar de la realidad, pero no se podía y comenzaba a desesperarme.

—Minnie, no me vayas a dejar sola, por favor.

—Nunca lo haré —me abrazó empalagosamente, como cuando niños—. Te dije que siempre de los siempres estaría para ti.

MR. SUNSHINE || LEE FELIX Donde viven las historias. Descúbrelo ahora