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Mi boca estaba ansiando tan mal el poder probar una taza de café, pero no podía darme el lujo de tomar cafeína cuando mis niveles de ansiedad estaban altos, a menos que quiera provocarnos un buen ataque de pánico o algo relacionado.

Mi corazón latoso no se detenía por más respiraciones profundas que diera. Aún estaba angustiada y el hecho de que Felix esté durmiendo con fiebre de por medio, no me tranquiliza del todo. Tenía que ingeniármelas muy bien si quería sobrevivir con esta sensación nueva y extraña.

Ese hecho que hablaba sobre que Lix y yo estamos conectados me siguió desconcertando, incluso cuando me tomé un momento para pensarlo correctamente. Apenas tuve la oportunidad, tomé la computadora de Minnie y comencé a investigar sobre aquel extraño fenómeno nuestro. Sin embargo, toda la información solamente rondaba en el reconocido término de las "almas gemelas". Aquella lista de síntomas o características, no eran ni lo más mínimamente certeros a mi petición. Todos los artículos hablaban de personas que entendían pensamientos ajenos sin siquiera decir una palabra, hablaban de una felicidad increíble y sobre todo, mencionaban el hecho de que estas personas compartían el mismo pensar.

Pero nada de eso era lo que me sucedía con Lix.

Cerré la computadora, bufando en el proceso. El pitido bajo del termómetro llegó hasta mis oídos. Retiré el objeto de mi axila y revisé la pequeña pantalla.

36°C.

Llevé la mano a mi frente. A pesar de mi temperatura normal, seguía sudando a chorros. Las gotas heladas recorrían todo mi rostro hasta escurrirse en mi cuello. Los cabellos de mi nuca se adherían a mi piel, sintiéndose completamente incómodo. Sequé toda humedad con una toalla y luego me reincorporé, dirigiéndome a mi habitación.

El silencio no era tenebroso, como lo había sido anteriormente. Felix se acurrucaba dentro de las cobijas. Pude escuchar sus suspiros casi perceptibles. Mi pecho se oprimió, pero nuevamente, no era mi sentimiento, sino el de él. Me acerqué al bulto con sumo cuidado y lentitud. Me sentía atraída a su presencia. Entre más me acercaba a él, más aumentaba el nivel de hipnosis con el aura que desprendía. Me vi como una clase de metal que era acercado a un trozo de imán.

Sólo un poco, dos minutos me serán suficientes.

El cansancio me atrapó conforme más cerca estaba de Lix. Hice las cobijas de lado y me metí en ellas. Me recorrí hasta cortar nuestra distancia. Felix reaccionó de manera rápida y me atrapó entre sus brazos, desprendiendo esa sensación de calorcito y sosiego. Seguramente era consecuencia de nuestra conexión, pero de alguna manera, todos los pesares se disminuyeron. Me sentí completa y resguardada en una zona segura.

Su calor natural me obsesionó. El frío que nos envolvía debido a la fiebre de Lix; se disipó. Al parecer, sólo necesitaba de meterme a la cama y abrazarlo para ocasionar el ansiado efecto placebo que había estado buscando desde que enfermó de esta manera.

—No te vayas —susurró.

—No lo haré, estoy atrapada en ti, de todos modos —reproché.

Abrió los ojos con pereza. Sus iris eran de ese tono dorado y el destello brillante volvió a pasarse en ellos. El color marrón brilloso no existía y yo estaba tan viva y con mis cinco sentidos bien despiertos como para confirmar que no se trataba de una estúpida imaginación mía.

Realmente estaba frente a Felix, pero era el Felix que encontré encerrado en mi almacén, haciendo brujería. Aquel sujeto mágico fuera de la realidad. A juzgar por sus movimientos toscos y lentos, podía decir que no estaba del todo consciente y por eso, ahora se estaba presentando en su forma real.

MR. SUNSHINE || LEE FELIX Donde viven las historias. Descúbrelo ahora