Capítulo 34.

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El sonido del cuerpo de Jungkook ser arrastrado sobre la tierra era lo único que se escuchaba. Las pequeñas piedras se enterraban en sus piernas por la sangre que escurría por las inmensas cortadas. Le dolía mucho y el ardor provocaba fuertes punzadas. Las lágrimas cesaron en quejidos bajos y su rostro sé mantenía perdido. Miraba como el cielo cada vez se oscurecía y la luna brillante comenzaba a salir. Desvío la mirada cuando su cuerpo dejó de ser arrastrado.

—Tienes peso pluma, lindo jeon.—dijo el sicario secando las pequeñas gotas de sudor en su mentón.—Eres perfecto para romper en dos.

Caminó hacia su auto abriendo la puerta trasera y sacando una pequeña caja negra. Sostuvo entre su mano una jeringa y un frasco pequeño con un líquido verde. Sé alejó cerrando la puerta con fuerza y vertió el líquido dentro de la jeringa. Jungkook solo miraba aturdido lo que el sicario hacia. Tragó con mucha dificultad cerrando sus ojos aunque sea por un segundo, pero no pudo.

—Nada de dormirte, Jeon.—la voz del sicario resonó en sus oídos.

Sintió cómo la cabeza le era alzada de golpe dejando expuesto su cuello. Los dedos del sicario comenzaron a examinar con leves presiones su piel hasta que encontró el punto exacto para inyectar. Jungkook comenzó a respirar agitado e intentó detenerlo con sus manos, pero fue inútil, no tenía fuerzas para hacerlo.

—No te muevas maldita sea...—dijo con fastidio.

Tomó la jeringa quitándole la pequeña tapita larga que la cubría y la aguja entró por completo en la piel de Jungkook. Su grito fue ahogado en lágrimas al sentir esa horrible punzada en su cuello. Sentía que la piel le palpitaba y aún tenía la sensación de la aguja dentro de su piel. El sicario se alejó sacando la aguja de golpe y notando como una línea de sangre salía. Limpió con su dedo y luego lo llevó a su boca para chuparlo.

—Cómo siempre, sabiendo tan bien mi pequeño Devoto.—sonrió limpiando con su lengua el resto de sangre que quedó entre sus dientes.

Jungkook empezó a sentir como sus ojos comenzaban a sentirse pesados. La casa rodante ahí estaba a unos metros de él y notó lo enorme que era. Antes de caer dormido observó alrededor notando muchos árboles altos y grandes. Efectivamente estaban en un lugar de pura área verde y muy lejos de la ciudad.

¿Qué tanto tenía en la cabeza ese hombre?.

Pura mierda.

Rió internamente al pensar eso y solo dejó salir un par de lágrimas más antes que sus ojos cesaran en un profundo sueño.

El sicario miraba atento el cuerpo de Jungkook. Sonrió al ver como el chiquillo había caído dormido por completo. Sacó de su auto dos sogas gruesas y grandes junto a una cinta y un pañuelo. Caminó hacia Jungkook y le sujetó con fuerza las piernas juntandolas. La soga fue enredada desde lo bajo de sus rodillas hasta los tobillos e hizo un fuerte nudo que solo el sabía hacer.

Tan perfecto.

Tomó la siguiente soga y tomó los brazos del muchachito juntandolos y enredó la soga en sus muñecas con fuerza. Hizo el perfecto nudo que él solo sabía hacer y sonrió. Tomó la cinta y cortó un buen pedazo suficiente para cubrir la boca del menor, pero al momento de querer ponérsela se detuvo de golpe.

"No, es mala idea. Lo vas a lastimar más y no podrá hablar de nuevo."

Escuchó esa voz.

Gruñó con fuerza sintiendo su mandíbula tensa. Ignorando aquella voz, volvió a intentar ponerle la cinta, pero nuevamente fue detenido.

𝐔𝐍𝐀𝐂𝐂𝐎𝐔𝐍𝐓𝐀𝐁𝐋𝐄 | TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora