Capítulo 39.

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¿Cuál era el mal que había hecho para recibir las atrocidades de la vida? No lo entendía y mucho menos comprendía por qué le estaban sucediendo estás cosas exactamente a él.

¿Por qué? ¿Por qué tuvo que ser él y no alguien más?

Era lo que su mente se preguntaba día y noche.

¿Dónde estaba su familia?

El tiempo parecía ser eterno y no detenerse nunca. Nadie venía a rescatarlo. Nadie aparecía de la nada como un milagro y lo sacaba de ese infierno. El llanto ya no parecía tener valor. Tampoco los ruegos y las súplicas. Sus lágrimas eran despreciadas. Y cada respiro que daba, parecía ser consumido al instante dejándolo sin aliento. Sentía que ya no podía. Simplemente su mente ya no parecía tener algún tipo de esperanza para salir del infierno en carne propia. Estaba cansado y ya no quería luchar más para sobrevivir hasta que lo encontraran. Pero esas simples palabras le hacían recobrar fuerza para mantener los ojos abiertos.

"No dejes que él te destruya."

Se acordaba de las palabras de Xia cada vez que estaba a punto de darse por vencido. Así que volvía a recobrar fuerzas y pensar que estaría de nuevo con su familia teniendo la vida que tanto amaba antes de tener la que tiene ahora. Pero no podía quejarse más por qué ya lo había hecho suficiente. Nada y nadie lo escuchaba. Ya no tenía nada en que creer.

Absolutamente nada.

Tenía mucha sed y hambre. Desde que había despertado se dió cuenta que ya no estaba en el auto del sicario. Ni mucho menos en la cajuela donde esté lo había metido. Tampoco recordaba bien lo último que había pasado. Solo podía recordar que había logrado desatarse gracias a la técnica que su padre le había enseñado. La cuál, podía utilizar en cualquier momento que lo tuvieran atado y podría escapar con facilidad. Agradecía haber aprendido eso. Pero sabiendo que en ese momento no logró escapar cuando tuvo la oportunidad. Lo hacía sentir un completo inútil.

La boca la tenía seca y los labios tenían la capa fina levantada y partida. Los hombres que se habían encargado de llevarlo a ese lugar. Estaban sentados en un sofá grande a lo lejos jugando un juego de mesa y bebiendo tragos. Tampoco era como si pudiera hablarles y decirles alguna palabra. La garganta la tenía seca. Esos hombres estaban concentrados en lo suyo.

Tragó con fuerza dando un respiro por la boca ahogado. Le dolían las muñecas. Las piernas las tenía débiles y no podía moverlas. No cuándo las tenía con profundas cortadas. Por suerte cuando despertó, las tenía vendadas y con pequeños broches plateados para que no se le cayeran. Incluso sentía en su rostro pequeñas curitas para cubrir las heridas. En su mentón tenía una banda que le cubría la herida suturada que tenía. Aún no se le curaba del todo. No recordaba muchas cosas muy bien. No tenía memoria en ciertos aspectos. Por qué lo único que estaba en su mente era en dónde estaba el sicario.

¿En dónde mierda estaba?

Desde que despertó no lo vió. Solo fue observado de forma extraña por unos hombres con barbijo con aquella sigla "V". Estaba en una habitación grande y amplia. Era como si estuviera a dos metros lejos de esos hombres que estaban perdidos en su mundo riendo y bebiendo. Jungkook no estaba sucio y mucho menos estaba en el suelo. Al contrario, estaba en una cama atado solo de las muñecas. Sus piernas estaban vendadas y bueno del resto estaba hablar de más. Lo tenían de esa forma por qué a simple vista podía notarse el mal estado físico en el que se encontraba.

𝐔𝐍𝐀𝐂𝐂𝐎𝐔𝐍𝐓𝐀𝐁𝐋𝐄 | TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora