Capítulo 11

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Es extraño que por primera vez durante tres años contemple la carretera y los alrededores. Siempre manejo soñando despierta o pesando en algún recuerdo doloroso.

Henderson permanece callado y con el cejo fruncido, debo admitir que verlo conducir puede convertirse en una de mis cosas favoritas a la lista—ya larga—que tengo de él.

Me gustaba cómo movía sus manos cuando estaba en su clase y hablaba sobre las creencias sociales dominantes. —Y estoy segura que lo sigue haciendo.

La forma en que toca su cabello impecable y a veces rebelde.

Su andar competitivo.

El color de sus ojos, que me recuerdan a la primavera, verdes como las hojas.

Me gusta y odio al mismo tiempo no poder leerlo.

La forma en que cruza sus brazos pensativo que hacen marcar más sus brazos, brazos que estoy segura que hay tinta en ellos. — ¿Qué chico que no vaya al polígono del infierno no tiene tatuajes?

Su cuerpo. Es extraño que lo mencione de último, cuando en mi lista mental está en número uno.

—¿Te encuentras bien?

Sí, sigue teniendo una voz perfecta. No es que hayan pasado tantos años, pero sé que no es el mismo hombre que conocí como mi profesor de filosofía, algo en el cambió, lo sé, quiero saberlo, pero al mismo tiempo me niego.

Que Belle esté en coma sé que le ha afectado, pero no puede ser lo único, tiene que haber algo más.

—¿Susan?—El sonido de su voz perfecta me hace verlo y de nuevo mi boca se niega en articular las palabras. — ¿Te encuentras bien?

Digo que sí con la cabeza y mis ojos regresan de nuevo a contemplar por la ventana.

—¿Por qué tengo la sensación de que tu silencio se debe a que me estás juzgando?—Pregunta con un tono seguro y me hace verlo de nuevo. Ahora permanece más serio de lo normal.

Es imposible que me haya visto en el polígono, ni siquiera mis hermanos saben que estoy al tanto de ese lugar, que he participado y que mantengo una relación peligrosa con uno de los rivales de mi hermano.

Es extraño que siendo Henderson amigo de Matt, Henderson no comparte el mismo odio por William.

—No lo juzgo—más o menos no lo hago—solamente me parece extraño que se haya ofrecido llevarme a mi casa, ni siquiera me conoce.

—Tienes razón, no te conozco—Su sinceridad me irrita—Eres la hermana de Matt, así que lo hago por él.

Mierda. La cruda verdad me está empezando a afectar de una manera que desconozco, ni siquiera sé cuántos años tiene, seguro la misma que Matt, seis años de diferencia, por supuesto, me ve como una niña, algo que William nunca ha hecho, pero Henderson no me conoce, como me conoce él.

—Me alegro que lo haya dejado claro, profesor.

—Puedes fingir todo lo que quieras, pero que te alegre lo dudo mucho.

¿Dónde está el dulce profesor de que todos hablan? Yo no lo veo por ningún lado, solamente veo a un idiota, malhumorado y arrogante profesor.

—Seguramente su novia finge algo más que estar alegre—Estoy empezando a atacarlo, y eso solamente significa una cosa, que estoy malditamente nerviosa e intimidada por él.

—No tengo novia, Susan.

—Su esposa entonces.

—Tampoco tengo esposa—Y cuando intento abrir la boca para decir una estupidez que pueda ofenderlo me interrumpe—Tampoco tengo novio, sé dónde quieres llegar y no vas a conseguirlo, te dije que no juzgaras y eso es lo único que has estado haciendo desde que te conozco.

—Nos conocimos hace cuánto, tres días—Una vez abro mi boca, nadie puede callarme, esta vez él no me ha interrumpido—No lo conozco, no me conoce y estoy segura que no me querrá conocer ni yo a usted, es mi profesor y amigo de mi hermano y estoy segura que la única persona que está juzgando aquí es usted, solamente por ser la pequeña hermana del profesor Reed no quiere decir que no sepa defenderme de tipos como usted.

—¿Tipos como yo?

—Sí, los que creen saberlo todo pero al final no saben nada.

Recuerdo el primer día de su clase hace tres años, me humilló diciéndome que estaba soñando despierta, cuando lo que me tenía jodida era su perfecta figura.

—Lo odio—Digo por lo bajo esperando que no haya escuchado.

—¿Disculpa?—dice frenando de repente, el movimiento del auto hace que vaya a caer directamente a su maldito y perfecto hombro.

¡Mierda, mierda, mierda!

—¿¡Pero qué hace!?—Grito apartándome de él.

—Repite lo que dijiste—me ordena y sé a qué se refiere.

Me acomodo en mi asiento y veo por la ventana, se ha convertido en mi mejor amiga en estos momentos.

—Mírame a la cara y repite lo que dijiste—Gruñe y estoy segura que no nos moveremos de aquí hasta que haga lo que me pide.

Listo Susan, tú puedes, no puedes dejarte intimidar por alguien como él, es el demasiadoperfecto y sueño prohibido el que te lo está pidiendo. No será la primera vez que le digas a alguien que lo odias.

Vamos, tú puedes.

Lo veo y me transformo en Susan Bennett.

—Yo.lo.odio—Acaricio cada palabra, es justamente lo que pidió y es lo que le estoy dando.

Se impulsa hacia adelante, y de inmediato me siento atrapada por su ahora también perfecto aroma, toma mi rostro con sus manos y me lleva hacia él, el corazón se me va a salir por la boca y mis labios están empezando a doler por sentir los suyos.

Respiro con dificultad y él no quita su mirada de mis labios. No puede hacerme esto, no puede tener ese control sobre mí, no nos conocemos por el amor de Dios y estoy segura que él no pertenece a mi mundo.

Somos tan diferentes.

—Es imposible que pueda odiarme, señorita Reed.

¿He vuelto a ser su alumna?

De nuevo mi boca y mi mente me traicionan y me es imposible defenderme esta vez.

—No puede odiarme—susurra—Usted misma lo ha dicho, no me conoce y estoy seguro que cuando me conozca puede que en verdad me llegue a odiar.

—O quizás usted—Me obligo a decir con dificultad—Sea el que me odie.

—Lamento llevarle siempre la contraria, señorita Reed.

—¿He vuelto a ser su alumna?

Sonríe, lo sabía, me está provocando por el hecho de que yo lo sigo llamando profesor cuando ya no lo es.

—Baje la guardia, señorita Reed—musita con ímpetu.

—Por favor, no se acerque más—Susurro con hilo de voz, si se acerca más estoy segura que no podré resistirme.

Me ve con dolor e impotencia y hace lo que le pido. Se aparta, y ahora el aire me sobra en estos momentos. Jamás lo había tenido tan cerca y era justamente lo que siempre había deseado y no me había dado cuenta de ello.

No.

Me rehúso a aceptar que alguien como yo pueda sentir cualquier tipo de sentimientos por alguien como él.

Lo lastimaré, estoy segura de ello.

No sin antes saber quién lo lastimó primero para que se haya convertido en un hombre sombrío.

Da marcha de nuevo al auto y continuamos en silencio.

Ahora el silencio es nuestra compañía y ya no mis pensamientos que ahora se han multiplicado preguntándome a qué está jugando y qué quiere de mí.

Sus ojos me lo dicen, por primera vez pude leerlo y lo que vi no me gustó.

Jamás lo había visto en un hombre.

Tampoco me imaginé que él lo sintiera.

Nunca sospeché que yo también pudiese sentirlo al mismo instante en que supe lo que sus ojos gritaban al verme.

Miedo.

Amarga Inocencia (En físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora