Capítulo 12

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Sabía que el viaje sería eternamente rápido. Ahora permanecemos en silencio enfrente de mi casa.

Ni siquiera sé qué decirle a mi madre cuando me vea en casa a esta hora y con mi rodilla hecha un desastre.

—Gracias—Logro decir—Estoy segura que Matt...

—Déjalo, Susan—Ha vuelto a interrumpirme y esta vez le agradezco por hacerlo.

En ese momento la puerta de mi casa se abre y mi madre sale preocupada.

Lo último que me faltaba. Que mi madre conociera a mi sueño prohibido. Cuando solamente tiene que quedarse ahí, en mi mente y no salir nunca más.

—Debe irse—Le digo bajando bruscamente del auto evitando que mi madre se acerque más. Escucho que no solamente mi puerta se cierra, también la de ¿él?

¿Pero qué...?

— ¿Susan?—Dice mi madre— ¿Te encuentras bien?

—Sí, mamá—miento nerviosa—solamente tuve un pequeño accidente en la universidad y el profesor Henderson se ofreció a traerme.

Veo a Henderson que ha cruzado sus brazos y permanece serio pero le sonríe amablemente a mi madre.

—Mucho gusto, señora Reed—Se presenta—Por favor, llámeme David, soy amigo de Susan y de Matt, trabajamos juntos en la universidad.

¿Amigo mío?

Lo fulmino con la mirada y ahora es a él al que le entra la risa. Por Dios, hay algo que este hombre no sepa hacer. Mi madre está embobada estrechándole la mano y ya puedo escuchar cuando le diga...

—Por favor, pasa adelante. El viaje debe haber sido muy cansado.

Que se abra la tierra y me trague completa.

—Mamá—intervengo enseguida, sería mi ruina total—Seguramente el profesor tiene otros planes...

—En realidad no—dice dedicándome una mirada pícara—Muchas gracias, señora Reed.

—No se diga más—Mi madre parece que también le hace gracia mi resistencia—Y por favor, dime Verónica.

Por supuesto.

Me obligo a caminar cerca de él y entramos a la casa, mi madre se volverá loca, siempre lo hace y sé perfectamente cuál es su intención aquí, a mí no me engaña.

—Siéntate David, estás en tu casa—prosigue mi madre como buena anfitriona—Iré por unos té bien fríos.

Henderson hace lo que mi madre le pide y observa todo a su alrededor y sus ojos quedan fijos en algo que me incomoda.

Mi violín.

—¿Tocas?

—Ya no.

— ¿Por qué? —De acuerdo no sabía que también me interrogaría en mi propia casa.

—No me pida que le cuente mi historia, profesor.

—Vas a llamarme profesor aquí también—dice muy serio—Ya no estamos en la universidad.

—De acuerdo, Henderson.

Realza una gran sonrisa, parece que haya sido el mejor cumplido que le haya dado, hace un rato le dije que lo odiaba, y ahora se encuentra en mi casa, en mi sofá y estoy segura que también disfrutará de la compañía de mi madre.

—¿Te sigue doliendo la rodilla? —Pregunta preocupado. Otra cosa más a la lista, que se preocupe por mí, me gusta, aunque no debe.

—De momento no—Y es gracias a él, a su jodida presencia.

Nos quedamos viendo por unos segundos, que para mí son eternos y me obligo a levantarme con la excusa de ayudarle a mi madre.

—Iré a ayudarle a mi madre.

—Está bien—dice sin quitarme la mirada.

El dolor que me causa la rodilla no me importa, con tal de salir de su presencia lo más rápido posible.

Encuentro a mi madre sirviendo el té con una gran sonrisa en su rostro cuando me ve entrar.

—Ni lo sueñes, mamá—Le digo como si leyera su mente.

—Me gusta—Dice—Se ve serio e inteligente, además es amigo de tu hermano.

—Detente ahí—La corto—sé lo que tratas de hacer, que no se te olvide que es profesor.

—Pero no el tuyo—rechaza de inmediato—Si es amigo de Matt seguramente es de su facultad, y tú eres estudiante de medicina, no veo cuál es el problema, ya es momento de que...

Deja de hablar cuando sus ojos van directamente a mi rodilla. Ahora sí se volverá loca y estoy segura que matará a Calvin.

—¿¡Qué fue lo que te pasó!?

—Baja la voz, mamá—gruño por lo bajo—Me he caído, te lo he dicho.

—Cuando me dijiste que era un accidente, no me imaginé que era de este tipo Susan Doll Reed.

—No pasa nada. —miento de nuevo, pero es doloroso tener que hacerlo siempre con mi madre.

—No mientas, Susan—insiste ahora con dolor en sus ojos—dime la verdad, fue Calvin ¿Verdad?

No puedo decirle a mi madre que fue culpa del imbécil de Calvin, ni siquiera puedo llamarlo ya como mi novio. Tengo que terminar con él cuanto antes, se está saliendo de mis manos y estoy convirtiéndome en otra víctima más de un idiota que ni siquiera me importa.

Calvin se supone que es mi máscara a una vida normal de una chica de veintiún años, estudiante de medicina, la dulce e inocente Susan Reed.

—Yo...

—Verónica, fue culpa mía—Sale a mi defensa Henderson, tomándome por sorpresa, me tenso al sentir los vellos de mi cuello que se erizan por su presencia detrás de mí. —Yo he tropezado con Susan y se ha herido, es por eso que me ofrecí a traerla a casa.

No me lo puedo creer.

No merezco su ayuda después de cómo me he comportado con él, no quiero deberle nada, pero ahora mismo le debo mucho. Me ha salvado dos veces en un día.

No me puedes hacer esto, David Henderson, no puedes convertirte en mi sueño prohibido y también mi salvador.

—Lo lamento mucho, Verónica—Continúa Henderson, ahora no puedo dejar de verlo, ni cuenta me di cuando me giré y estoy hechizada con su mentira.

Sabe mentir tan bien como yo y estoy empezando a asustarme.

—No te preocupes, David—Mi madre le ha creído pero continúa preocupada—Seguramente fue un accidente, y gracias por haberla traído a casa.

Soy la primera en alcanzar un vaso de té y tomarlo de un solo golpe, mi madre le entrega el suyo a Henderson y éste lo toma sin quitar sus ojos de mí.

Nos desplazamos a la sala de nuevo y ahora no estoy segura de qué hacer. Mi madre continúa charlando sobre mis hermanos y nuestro cambio desde Washington hasta Chicago.

—¿Verdad, Susan? —la voz de mi madre me hace aterrizar en su conversación.

—Lo siento, no te escuché.

—Que todos esperamos que Belle despierte, tengo el presentimiento que así será.

Veo el rostro nostálgico de Henderson y asiento con la cabeza, extraño a Belle y si hay alguien que puede aconsejarme y entenderme es ella. Su dulzura es inigualable y ya veo por qué le afecta tanto a Henderson, es su mejor amiga después de todo y estoy segura que también lo ha salvado a él.

—Sí—Respondo con un hilo de voz y Henderson pone su mano en mi espalda lo que me causa un consuelo de inmediato.

Sé que solamente es el comienzo de un largo sufrimiento.


Amarga Inocencia (En físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora