Capítulo 26

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Me veo al espejo antes de salir y suelto una risa nerviosa al verme. No solamente huelo a él, también estoy vistiendo su ropa. Algo que solamente existe entre una pareja.

—No voy a escapar de esto—Apunto viéndome al espejo.

Respiro profundo y salgo del baño, no lo veo por ninguna parte, entonces regreso a observar el cuadro que vi. Definitivamente hay más pero creo que ése será mi favorito.

Es hermoso, me pregunto ¿Qué más hay en la vida de David Henderson?

¿Qué hay detrás de su problema con el alcohol?

Estoy segura que Isabelle no tiene que ver con ello, no es suficiente para que alguien caiga en la bebida y siempre que lo hacen es porque quieren olvidar algo o a alguien.

—Seule au monde .—Me sorprende escucharlo hablar francés detrás de mí.

Se ha dado cuenta que he estado observando su cuadro por mucho tiempo y me he perdido en él.

—¿De quién es?—Pregunto embelesada sin quitar mi mirada en él.

—Es uno de los primeros cuadros del pintor francés, William—Adolphe Bouguereau.

—Es una hermosa obra—le digo viéndolo esta vez a los ojos.

—Lo es—dice viéndome a mí, pero no al cuadro.

Entonces sé a lo que se refiere.

—Te he preparado esto—Me entrega lo que parece ser una taza de chocolate. —A mí me ayudaba mucho por las mañanas.

Recuerdo lo que hice y me da vergüenza verlo a los ojos. Lo tomo despacio sin saber qué hacer.

—Ven, siéntate—me ordena serio y mis piernas empiezan a moverse por sí solas.

Me uno junto con él al sillón de cuero blanco, dejo la taza sobre la pequeña mesa y me hago un ovillo, llevando mis rodillas hasta mi pecho.

Sé que no empezará él, así que lo haré yo. Lo va a disfrutar, pero tengo que hacerlo.

—Siento mucho lo que hice esta noche.

—Los zapatos son reemplazables.

—No me refiero a eso, me refiero a lo que hice en el club.

Da un trago a su taza de chocolate, ni siquiera me di cuenta que traía una consigo y vuelve a dejarla al lado de la mía en la mesa.

—Ya.

—No tienes que hacer esto, puedo irme ahora mismo, la borrachera se ha ido.

—No irás a ningún lado, ésta no es hora para que andes deambulando tú sola en el auto y llevando la ropa interior de un hombre.

Me sonrojo. Es un jodido bastardo calculador, muy inteligente o muy manipulador, sabe qué hacer y cuándo hacerlo.

De pronto hay mucho silencio.

—¿Por qué saliste corriendo aquella tarde?

Aquella tarde cuando pensé que me estaba volviendo loca con mi pasado. Lo que me recuerda que no debo decírselo a Henderson, seguramente no lo entendería y se lo diría a Matt. Sería mi fin al convertirme en una víctima pública ante mi familia. Se culparían y es algo que no voy a permitir, no es culpa de ellos.

—No es de tu incumbencia—La frialdad ha regresado a mí, no es difícil, solamente tengo que pensar en él.

—Por si no te has dado cuenta, tu insolencia no funciona conmigo, Susan.

Empiezo a reír, pero esta vez es porque sus palabras han sonado más un chiste que una amenaza.

—Por si no te has dado cuenta, no eres mi jodido padre—Ahora estoy furiosa—Lo perdí hace mucho tiempo y definitivamente tampoco eres uno de mis hermanos para meterte en mi vida.

Amarga Inocencia (En físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora