Capítulo 2

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Mientras estoy en la cafetería de la universidad mi mente no deja de dar mil vueltas.

Por una estúpida razón no dejo de pensar en ese día. La forma en que él hablaba y movía sus manos, la pasión que se sentía en el aire mientras sus ojos buscaban los míos era espectacular, aunque no entendiera nada, amaba su clase, amaba verlo.

Pero de pronto un día, su mirada dejó de brillar. Ya no era él mismo profesor que impartía clases a los de primer año, por el que todas las chicas babeaban y asistían a su clase y otras reprobaban para volver a verlo.

Era la misma mirada de mi hermano Matt, derrota, desesperación, impotencia y abandono.

Hasta que después entendí.

Belle era su mejor amiga. También la estaba pasando mal.

Nunca coincidí con él mientras la visitaba con mi madre al hospital, pero muchas veces lo veía hablando con Matt en la universidad.

Así como en estos momentos lo estoy viendo—demasiado—mientras disfruta de su comida—aún no tocada—. Su mente parece en blanco, pero cuando su mirada se encuentra con la mía. Me sonrojo.

Maldición.

Me sonrojo y esta vez no lo estoy fingiendo. Él hace que me sonroje con facilidad, ni siquiera lo conozco o me conoce. Aunque estoy segura que sabe que soy la pequeña hermana menor del profesor Reed.

—Hola, nena—Un torso se interpone en mi visión y ya no puedo seguir admirando las vistas.

Se acerca y me planta un beso en los labios.

No me gusta cuando me besa de esa forma, es como si quisiera marcar territorio.

—Hola—saludo a secas mientras termino el emparedado.

—Te llamé anoche, ¿Por qué no respondiste? —Aquí vamos otra vez, nunca es un «Hola, nena ¿Cómo estás?» O «Hola, nena ¿Te apetece ir por ahí y pasar el rato?»

Siempre nuestras conversaciones son peleas, o peleas pendientes.

—Estaba ocupada con mi madre.

Lo piensa por un momento colocando sus dedos entrelazados y deteniendo su mandíbula, sabe que es una mentira. Se comportó como un idiota ayer cuando sus celos jodieron el momento que estaba pasando con mis amigos, en especial con Chase.

—De acuerdo—Conozco esa mirada—Lo siento.

—Te disculpas demasiado, Calvin.

Eso lo aprendí de Matt. Odia que la gente se disculpe a cada momento. Pero la diferencia de Matt y yo es que yo no creo en las disculpas y jamás, jamás olvido.

—Déjalo, Calvin. —Le espeto mientras veo que él se pone de pie y su mirada hacia mí ahora es diferente.

Parece... parece, ¿Decepcionado?

Calvin no se da cuenta que me he sonrojado de nuevo al verlo y toma mi mano, haciendo de nuevo que deje de soñar despierta.

—Es en serio, Susy, lo siento.

—No me llames así, suena a nombre de cachorro.

—De acuerdo—Dice levantándose de la mesa—Supongo que te veré por ahí.

—Supones. —Respondo encogiéndome de hombros.

Pone los ojos en blanco y se aleja.

Me doy cuenta que él todavía no se ha ido del todo de la cafetería, permanece hablando con ellas, malditas pirañas y su chillona voz, desde aquí puedo escucharlas.

«Sí, oh, genial» «Oh, mi Dios»

Sus voces siempre suenan como un orgasmo fingido, aunque nada se puede fingir cuando se está en presencia de alguien tan perfecto como él.

—Maldición, Susan—Susurro por lo bajo.

— ¿Por qué somos tan idiotas, tú y yo? —La voz de Chase me atrapa viendo a mi sueño prohibido.

—No sé de qué hablas—Quito la mirada de mi objetivo y le dedico una mirada fulminante a Chase.

—No puedes engañarme, soy tu mejor amigo—Dice Chase sentándose a mi lado—he visto esa misma mirada en otro lado.

—Déjame adivinar, te ves al espejo cuando la haces. —Me burlo, pero al momento que termino la última frase me arrepiento.

—No—dice derrotado— Pero es la mirada de «Mírame pero no podrás tenerme»

Su cruda realidad hace que me remueva incómoda en mi asiento.

—Lo siento—Digo

—¿Susan Reed disculpándose?—Se mofa y sonríe.

—Puedo ser una idiota muchas veces.

Pone su brazo encima de mi hombro y lo aprieta.

—Te perdono, solamente porque ambos estamos jodidos.

— ¿Y por qué estamos jodidos?

—Yo enamorado de nuestra mejor amiga—Me ve por debajo de sus gafas de montura negra—Y tú enamorada de un profesor.

—No estoy enamorada. —Me defiendo.

—De acuerdo, quizás no, no todavía—Deja de verme para tomar la sobra del jugo que he dejado—Pero estoy dispuesto a dejar el vicio del cigarro si no terminas enamorándote tarde o temprano por el profesor Henderson.

Mierda.

—Claire manda saludes—Digo para romper el silencio entre Nick y yo mientras estamos disfrutando de una película.

—A la mierda con la mocosa de tu amiga—me gruñe furioso.

Siempre funciona.

Lo que me confunde es que ahora ya no se refiere a ella como mocosa calienta bragas.

—Gracias a ella regresaste a la escuela—Le digo para suavizar las cosas: —Siempre quise que mi hermano fuera médico antes que yo.

Me fulmina con la mirada, tocar el tema de ese día, hace que se ponga a la defensiva. Todavía recuerdo ese día como si fuese ayer.

Claire había tenido un mal día con su entonces novio perdedor, acabábamos de mudarnos y estaba viviendo un tiempo en nuestra casa mientras se instalaba en la universidad.

Nick también había tenido un mal día y sus palabras fueron devastadoras. Nick se burló de ella diciéndole que era una mocosa que no sabía lo que quería, la llamó «Mocosa calienta bragas», a lo que Claire contestó que al menos su novio perdedor estaba estudiando para ser menos perdedor y él ya era uno sin hacer mucho esfuerzo.

Tuve que intervenir cuando Nick se acercó demasiado a Claire y le volvió a decir calienta bragas en su cara, a lo que Claire reaccionó dándole una cachetada.

A Nick no le bastó y le dijo nuevamente «Mocosa calienta bragas, mal hablada y virginal».

Fue una escena de terror, jamás había visto a Nick tan furioso, ni siquiera conmigo se enfadaba tan rápido. Me protege demasiado y jamás me ha levantado la voz. Lo que me provocó mucha decepción y tres años después, todavía se lo restriego en la cara hasta que se disculpe con Claire.

Algo en Nick cambió ese día, volvió a retomar sus clases en la universidad y ahora trabaja en un hospital y casi no lo veo. No ha querido mudarse por el simple hecho de que no quiere dejarnos a nuestra madre y a mí solas.

Lo veo y tiene una sonrisa en su rostro de nuevo.

—Yo no soy perdedor—dice revolviendo mi cabello.

—Sólo un idiota—Le digo acomodando mi cabello de nuevo.

Se levanta y me planta un beso en mi frente, solamente lo hace con mi madre y conmigo. Con ninguna de sus novias lo vi haciendo el gesto, supongo que es su marca de corazón con las mujeres que ama.

A lo que me lleva a pensar en que Nick nunca ha tenido una novia seria. Los tres hijos de Verónica somos tres almas totalmente diferentes.


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Amarga Inocencia (En físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora