Capítulo 18

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Su mano va a dar hasta mi trasero y lo toma como si acariciara algo frágil, algo delicado. He alborotado su cabello de la forma en que me gusta verlo y continúo succionando su lengua seguido de que he empezado a gemir en su boca y cuello.

—Esto está mal—susurro apartándome de él.

—No—me contradice—lo que está mal es que te resistas a lo irresistible.

—¿Y qué se supone que es irresistible?

—Nosotros.

Me besa de nuevo y con su mano libre vuelve a dar marcha al elevador y marca el piso veintidós.

—Se va a arrepentir—Digo con dolor en mi voz.

—De lo único que puedo arrepentirme es de no tener el valor de hacer lo que estoy haciendo.

Las puertas se abren y me toma de la mano para salir. Me dedica la sonrisa más hermosa que haya visto nunca y saca una tarjeta del bolsillo de su chaqueta.

Realmente está pasando.

Abre la puerta y me toma de la cintura para invitarme a pasar.

De acuerdo, en realidad está pasando y me siento como una virgen en estos momentos. La forma en cómo me ve es como si viera más allá de mi cuerpo, atraviesa mi piel y ve mi alma oscura, sé que puede verla y lo que me sorprende es que no le teme.

—Siéntate—Me ordena, estoy empezando a molestarme porque me dé órdenes.

—No sabe hacer otra cosa más que dar órdenes, profesor.

—Deja de llamarme profesor, Susan—me ve molesto—me haces querer cometer una locura.

—¿Cómo lo de hace un momento?

—Exacto.—me sonríe con malicia.

—¿Entonces, llamarlo profesor hace que quiera hacerme... cosas? —Lo reto con la mirada, estoy invitándolo a que se acerque y terminemos esto de una vez.

—Sé lo que tratas de hacer—Ahora me ve serio—No funciona así, no hablo de que quiera hacerte cosas a ti, es lo que tú haces aquí—Se toca el pecho.

Me deja sin palabras, ¿Yo hago algo en su corazón?

Imposible, no puedo causar eso, alguien ya ocupa ese lugar.

—Está perdiendo su tiempo—Está loco si piensa que alguien como yo puede vivir dentro de su piel y quedarse ahí.

— Prefiero perder el tiempo equivocándome contigo, que perderlo esperando a acertar.

—No sabes en lo que te estás metiendo, Henderson—Lo desafío quitándome el vestido poco a poco.—Echarás de menos la vida que tenías antes de haberme conocido.

Ve cómo cae en mis tobillos el vestido y aclara su garganta al ver mi cuerpo casi desnudo, es una obra de arte ver cómo sus pupilas se dilatan al ver mis caderas y pechos expuestos ante él.

—No me juzgues, mi niña—dice con voz ronca sin quitar sus ojos de mi rostro—tú nunca has estado sin ti, qué vas a saber tú de echar de menos.

—Entonces ven—Me siento sobre su cama—que hasta ahora nadie ha tenido la intención de abrirme algo que no sean las piernas y quedarse a vivir ahí.

Estoy a punto de echarme a llorar por la situación. Pero no es ninguna situación es otro sueño hecho realidad. Tener a Henderson enfrente de mí y ver cómo poco a poco se está acercando a mí con una mirada única que me hace querer saltar de la alegría y llorar del temor de salir lastimada o peor aún, lastimarlo.

Amarga Inocencia (En físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora