Lisandro prende el palo santo y Cristian pasa el agua de la pava al termo.— ¿Lo llamaste? — pregunta el cordobés tomando el primer mate.
Lisandro niega con la cabeza.
— Todavía no. — niega y Romero abre la puerta.
— Si no corre aire me ahogo con el olor. — admite Cristian teniendo el palo santo frente a él.
— Maricón. — responde Lisandro y ríen mientras este abre la ventana.
— ¿Estás listo? — pregunta Cristian cebando el mate.
— Nos va a odiar. — piensa en voz alta.
— No le vamos a decir que le dijimos primero a Paulo y al Cache. — niega Romero. — Igual fue porque nos encontraron, no porque se lo dijimos porque queríamos. — argumenta pasándole el mate.
Lisandro toma y apoya el mate sobre la mesa ratona de cristal.
— Igual, Nahu es nuestro hermano, vos sabes. — asiente estirándose.
— Ya fue, no se puede enojar por esa boludez. — niega. — Además ya nos estamos por irnos y no vernos hasta un buen tiempo. — se tira en el sillón y ve al rubio suspirar.
— Ni me hagas acordar, se me pone triste el corazón. — se tira encima abrazandolo y Cristian ríe suavemente cariciando la cabellera rubia.
Siente el aroma a coco del shampoo desplegarse gracias a sus caricias y besa la frente de Lisandro.
Se siente tranquilo, Martinez suele tener ese efecto sobre él.
Desde antes de ser pareja supo consolarlo y acompañarlo, como en Qatar, después de perder el primer partido contra Arabia Saudita.
El entrerriano es una persona que sabe autoregular las emociones propias y ajenas también, pero con Cristian sentía que iba algo más allá de eso.— Te voy a extrañar un montón. — abraza con fuerza al cordobés.
— Yo también Lis, pero nos podemos visitar amor. — acaricia su espalda metiendo la mano debajo de su remera.
— No es lo mismo que estar juntos así. — niega sintiendo esa decepción por no tener a su pareja todos los días junto a él.
— Vos querés todo amor. — ríe suave. — Y lamentablemente todo no se puede en esta vida. — acaricia su mejilla.
— Bueno basta, que me pongo triste y no hablamos con Nahuel. — asiente tomando el celular de su pareja y le escribe al embalseño.
nahu
te llegas un toque hasta la pieza?Envía y se ceba un mate.
— Ese es mío, lacra. — reclama Cristian y Lisandro ríe.