- universo alterno.
Lisandro escucha los llamados de sus padres, pero los ignora. Tiene demasiadas ganas de seguir durmiendo junto a Nahuel en la comodidad de su cama.— ¡Dale Lisandro! ¡Ahora o nunca! — escucha y resopla levantándose.
Termina de armar su mochila, se lava el rostro y los dientes.
Almuerza las sobras de la cena y despierta a su novio.— Nahuel, arriba, dale que nos vamos. — lo sacude y escucha los quejidos del morocho.
— Un ratito más. — pide el otro.
— Dale amor, mis viejos me van a llevar ahora y de ahí te dejamos en tu casa. — pide Lisandro cepillandose el cabello.
— Ya va. — resopla Nahuel levantándose y recogiendo sus prendas de la habitación.
Molina empaca las pocas cosas que sacó y se refriega el rostro con cansancio. Durmieron tarde y aunque son las once desearía seguir durmiendo. Ve a su novio cambiarse de espaldas a él y se acerca abrazándolo por la espalda dándole un beso en la nuca.
— Me haces cosquillas. — suelta una risa baja y ronca el rubio.
— Ya sé. — responde riendo de forma baja y acaricia su torso.
— Basta amor, me tengo que terminar de cambiar. — pucherea Lisandro y Nahuel ríe.
— Bueno te dejo. — dice soltándolo y cambia la remera de Lisandro por una propia.
— Nunca me dejes mi amor. — le roba un beso y Nahuel ríe.
— Nunca amor. —
Se separan al escuchar tres golpes en la puerta, Justina se asoma por ahí antes de que respondan algo.
— Dicen los viejos que se apuren, que ya nos vamos. — comenta la chica y sin dejarlos responder se retira.
— Una cara de dormida. — comenta Nahuel riendo y toma su mochila.
— Mal. — responde Lisandro y carga con su mochila.
Salen al patio mientras los padres del gualeyo terminan de preparar sus cosas.
Lisandro se va de campamento junto a los Scouts habiendo regresado a la actividad este año después de dejar hace dos años atrás.— No vayas. — escucha Lisandro y alza la mirada apagando su celular.
— ¿Qué? — pregunta el rubio mirándolo.
— Que no vayas. — repite.
— ¿Me estás boludeando amor? Ya lo tenemos hablado hace a una banda que iba a ir, son dos días de campamento nomás. — dice entre suspiros.
— Sí, lo hablamos y yo te dije que me causa. — responde Nahuel con su mochila al hombro.
— Pero no lo entiendo Nahuel, te juro que no lo entiendo. Al final de la charla me dijiste que estaba bien. — suspira. — Me estoy por ir gordo ¿Y me pedís esto? — dice ya con una angustia notable.