-universo alterno.
-segunda parte.Justina camina junto a su hermana regresando a su casa después de un largo día de clases. Ambos van en silencio hasta que a la chica se le viene a la mente el temita.
— Hiciste match. — comenta mirándolo y el rubio sonríe mirando hacia abajo.
— Sí, con Cristian. Tu compañero. — recuerda sintiendo como su corazón se acelera ante la simple mención que hace del nombre contrario.
— Te gusta. — afirma y Lisandro se gira mirándola.
— ¿Ah? — pregunta como si no hubiera escuchado lo que la chica le dice.
— Que te gusta Cristian. — repite y Lisandro atrapa su labio inferior entre sus dientes.
— Gustar de gustar, no sé. — razona en voz alta. — No lo conozco muchísimo como para que me guste, pero me parece lindo. — admite parando en el kiosco de la esquina.
— Eso es obvio, Lis. — dice la mayor junto a una risa.
— Ay bueno. — chasquea la lengua y entrega el dinero recibiendo la Coca-Cola que pidió recién.
— Apurá que quiero llegar a casa y comer, hay fideos con tuco. — comenta con una sonrisa, amaba los fideos.
— Se puso la diez la ma. — comenta y caminan juntos hasta su hogar.
Al día siguiente las clases transcurren con total naturalidad y así es toda la semana hasta el viernes. Lisandro va con su cara de dormido por cualquier lado y Cristian jodiendo a Nicolás porque se había puesto de novio.
— No lo puedo creer, te juro que no lo entiendo. — comenta Julián apretando los labios en una mueca disconforme.
— No sé amigo, yo te dije; "Es medio boludo, vos fijate" ¿Te acordás? — comenta la joya y le da un golpe en la mano a Gonzalo que trata de robarle una lapicera sin que se dé cuenta.
— No te la iba a robar. — chasquea la lengua y toma la lapicera de todas formas.
— Ya sé, pero no pensé que tanto así. Terrible gil me terminé comiendo. — dice arrugando el entrecejo.
— Y bueno, vos siempre te buscas a los más boludos. — dice Lisandro entre bostezos.
— ¿Está entretenida la charla? — escuchan de la amarga profesora y entre resoplidos, puteadas y rodadas de miradas dejan de hablar.
Solo quedan diez minutos para que la clase termine. ¿Qué le costaba dejarlos libres? piensa Lisandro mientras copia a la par de sus compañeros.
El timbre suena aliviándolos por completo y salen del curso para caminar por el colegio como de costumbre. Lisandro va distraído, pateando las pequeñas piedras del sendero y bostezando hasta que escucha su nombre de una voz que parece recordar, pero no puede reconocer.
Alza la mirada y ve a las chicas de sexto año acercarse a él.