- universo alterno.
“ sabías que lo amaba, que el
era mi locura, que el era mío,
mío, mío, solo mío ”
Cristian se hartó de derramar lágrimas por Nahuel y Milagros.
Dicha adolescente decía ser la mejor amiga de Cristian, pero la traición que había cometido para con el morocho era muy grave según él.Romero estaba perdidamente enamorado de Nahuel desde hacía exactamente un año. Se había fascinado con la forma de ser del morocho, le encantaba su cabello, su rostro, su carisma, la forma en la que sus ojos brillaban cuando un pequeño destello de luz los alumbraba y cuando a ello se le sumaba una sonrisa Cristian no resistía.
— 'Ta mi amor. — se había hartado de escuchar Lisandro durante las horas de clase, el recreo, las horas libres, en el colectivo, las juntadas y podía seguir con la lista.
Cristian no le había contado a la rubia sobre su atracción sobre el otro cordobés por ciertos rumores que le habían llegado, pero una vez cuando la chica lo atrapó viendo a Molina como un boludo enamorado no le quedó otra que contarle la verdad.
La chica se quejó por la tardanza que había tenido para contarle, pero aún así no le dió mucha importancia al tema.Era uno de los últimos días de clases antes de las vacaciones de verano cuando el morocho le confesó aquello a su amiga y una semana después, exactamente una semana después, la rubia caminaba por la ciudad de la mano de Molina.
Amiga traidora, tu no ríes, tu no lloras.
Si habrá sufrido Cristian cuando los vió besándose por primera vez.
Se le partía el corazón en mil pedazos y sentía que por más que juntara todas las piezas iba a faltar algo que las uniera.
Se había hecho la cabeza una y mil veces, había bloqueado a la rubia, había dejado de salir y todo por la traición de aquella chica que decía ser su amiga.— ¡Y no lo puedo olvidar, y no lo puedo olvidar! — canta Rosa en la cocina y Cristian siente el tema a flor de piel.
— ¡Díganle que sigo enamorada, cuéntenle que me hace tanta falta! ¡No lo puedo borrar de mi vida! — cantó junto a su madre y su hermana se carcajeaba por los gritos de ambos.
Se acercaba fin de año y Cristian estaba más que dispuesto a salir de joda con Lisandro, su vecino y mejor amigo, para escabiarse hasta el agua del florero.
Su madre le había advertido que si estaba en muy malas condiciones que ni volviera a la casa, por lo que Martinez se encargó de pedir permiso para que el morocho se quedara a dormir en su casa.— ¡Cuéntenle que espero su regreso! ¡Que su amor es un fuego encendido que no puedo apagar dentro mío! —
Seguían cantando a la par madre e hijo hasta que la puerta sonó.
Eran al rededor de las doce del mediodía por lo que supuso que se trataba nada más y nada menos que de Lisandro.— Permiso. — habló el rubio entrando a la casa cuando Cristian le abrió la puerta.
— Lisandro hay ropa tuya en el lavarropas, por dios nene, es tu casa. — se queja Rosa aunque adora a Martinez y su forma de ser.
— Igual, Rosita. — alza sus hombros y besa la mejilla de Cristian.
El más alto sonríe y cierra la puerta tras él.
— ¿Qué vamos a comer hoy? — pregunta Lisandro sentándose en el living.
— Se hace el tímido y después se maneja re pancho. — lo molesta Cristian entre risas.
— Dejalo nene. — “lo reta” Rosa mientras abre la heladera. — La verdad, no tengo ni idea corazón. — niega y sigue con su tarea de planchado.
— ¿Querés que nos fijemos con el Cuti y cocinamos? — se ofrece Lisandro siendo tan educado como siempre.
— ¿Qué me metés a mí? Flashero. — bromea y Lisandro rueda los ojos.
— Me hacen un favorazo. — les sonríe asintiendo con la cabeza.
Lisandro y Cristian se disponen a revisar la heladera y las alacenas hasta que idean una comida no muy elaborada, pero rica.
El gualeyo maneja todo lo que es fuego, cuchillos y cosas peligrosas porque si de Cristian se trata; termina sin un dedo.
La realidad es que Lisandro cocina y Cristian le hace apoyo moral.— Ayer fuí al kiosco y te compré algo, de postre te lo doy. — comenta Cristian recordando el día pasado.
— ¿Qué será? — pregunta Lisandro al aire mientras apaga la ornalla. — Che Rosa, esto ya está, ¿Dejás y comemos? — pregunta Lisandro y la mujer asiente dejando sus tareas a un lado.
Ponen la mesa y Martinez se dedica a servir la comida, Rosa lo mira con una sonrisa en el rostro pensando en lo mucho que le gustaría que fuera su yerno.
El día vuela y llega la gran cena de fin de año donde en cada casa argentina hay, por lo menos, un par de bebidas alcohólicas.
Después del brindis, Cristian se despide apurado para correr a la casa del lado donde Lisandro está haciendo exactamente lo mismo que él hace pocos segundos.— Dale nene. — lo apura Cristian y Lisandro se acomoda la remera.
— Bueno vida, sos un impaciente. — se queja y salen rumbo a la joda más cercana.
Entran y reciben vasos de conocidos que vacían con rapidez.
La pasan bien, gritan esos temas de rkt que están pegados hace un tiempo y bailan pegados, juntos y con gente que ni siquiera conocen.
Cristian se siente espléndido hasta que el motivo, o los motivos, de su llanto aparecen en la joda.Bailan pegados como una pareja cualquiera, ríen y se besan cada dos segundos.
— Eu. — escucha y su vista se ve tapada por ese cabello rubio y esos ojitos preocupados.
— Mhm. — contesta y recibe el vaso que le pasa.
— Deja de pasarla mal por aquellos pelotudos, vení a bailar conmigo. — pide Lisandro y lo lleva hasta otro rincón de la joda.
“ este tema va dedicado para todos
los que alguna vez sufrimos del corazón roto
y dice.. ”Se escucha y después de conseguir otro vaso de fernet para Lisandro empiezan a bailar juntos.
“ ya no vuelvas
no quiero lastimarme de vuelta
de perdonarte, perdí la cuenta
y si sueñas conmigo, pedime perdón ”Cantan a la par bailando entre tragos y risas.
Ojalá Cristian abriera los ojos para ver a Lisandro de la forma en la que el gualeyo lo hace.
n/a: espero les haya gustado💞