ESPECIAL MUNDIAL 2022 -- ARABIA SAUDITA.

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11 de noviembre, 2022.
Lusail, Qatar.
Post partido Argentina - Arabia Saudita.

— Estos culia'os de mierda, porque no se hacen culear todos. — suelta con bronca Cristian y a Lisandro le da un poco de risa, pero está tan bajoneado que no puede ni reírse.

Comparten la habitación B-207 de la universidad, cada uno se recuesta en su cama y no dicen ni una sola palabra.
La bronca que Cristian tiene y la decepción de Lisandro no es una buena combinación en ese momento.
Todos tienen una angustia instalada en el pecho, en el estómago, en la cabeza y en el corazón. Saben que no solo esos veintiséis muchachos están con el corazón en la boca, cuarenta millones están así.
Tienen bronca, tristeza, decepción, pero bancan. Aunque ellos no lo sepan bancan, porque eligen creer.
Un día pasa y el ánimo de Lisandro sube, prende uno de sus palos santos en la mañana y se baña con música movida de fondo, quiere cambiar esa atmósfera de tristeza y decepción. No está todo acabado, si bien es un comienzo duro, el mundial no terminó aún.

— Cuti, vamos arriba. Tenés que desayunar, dale. — lo sacude y solo recibe quejas como respuesta. — Vamos, dale. Te espero en el comedor. — lo sacude una vez más y se retira de la habitación.

Sabe que su algo está triste, pero no va a dejar que se funda en aquella emoción cuando todavía tienen camino por recorrer, cuando la ilusión todavía no se acaba.
Al final desayuna solo porque Cristian no se levanta de su cama, pero busca una y mil maneras de hacerlo levantar.

— Está con un humor Cristian. — le comenta a Nahuel con un suspiro.

— Me imagino, igual ya sabes como es él, es cosa de animarlo. — le asegura el cordobés tenía el mate.

Ya es de tarde, más o menos las seis, el cielo levemente anaranjado da un lindo paisaje por ver.
Lisandro se hartó de llamar a Romero para comer, por lo que sabiendo que este no iba a levantarse le dejó un plato de comida en el escritorio, esperando que el cordobés se levante a comer en su pieza como mínimo.
Ya iban dos palos santos en el día y las malas vibras seguían en el ambiente, cosa que mantenía preocupado a Lisandro, pero aún así empezó a sahumar todo el lugar, con intenciones de quitar ese negativismo.
Pasó su tarde con Nahuel, tomando mates y charlando sobre el tramo que, sí o sí, les quedaba por recorrer. Tenían tiempo para replantear formaciones, pensar tácticas y estudiar a su siguiente oponente, solo faltaba cambiar el ánimo de unos cuantos.
Aunque para el gualeyo, su prioridad era cambiar el ánimo de su cordobés. Porque además de que no aportaba nada ese mal humor, le dolía verlo decaído y con ese mal porte.
Martinez volvió a su habitación a las ocho, se había comido un sanguchito de fiambre y le había preparado uno al dorsal trece.

— ¿Puedo pasar? — pregunta detrás de la puerta después de haber tocado la misma.

— Pasá. — se escucha desde adentro.

Después de hacer malabares con el sanguchito, el celu y la manija de la puerta pudo ingresar a la habitación. Su primera vista fue Romero acostado en su cama, mirando el techo como si fuera lo único que existiera.

— Te traje un sanguchito de salame y queso, Cuti. — le avisa sentándose en el borde de su cama, justo al lado del cuerpo del moreno.

— No tengo hambre. — responde.

— Yo no te pregunté si tenías hambre o no, tenés que comer y cambiar esas vibras de mierda, hermano. — se queja con un evidente enojo Lisandro.

El entrerriano deja el sanguche en la mesa de luz y sale nuevamente de su pieza, harto de la actitud que muestra el morocho con él. ¿Acaso él tiene la culpa de haber perdido?
Claramente no era así, pero Romero no podía evitar querer borrarse del mundo, estaba tan enojado consigo mismo, con el árbitro, con medio mundo. Pero la ficha le cayó al ver como él salió de su pieza enojado, ¿Qué culpa tenía Lisandro? Cristian se había dado cuenta de que tenía que dejar esa postura, y mucho más con el gualeyo que solo trataba de animarlo.
No comió el sanguchito porque seguía sin apetito, pero salió en busca de su 'casi algo'

— Lisandro. — lo llama.

— ¿Qué querés? —

— Dale Lis, perdóname, en serio. — suspira arrepentido por el trato que había tenido.

— Me da bronca, Cristian. Lo único que traté de hacer fue ayudarte y animarte. — dice mirándolo de reojo.

— Ya sé, perdóname. — dice mirándolo.
— Vamos a la pieza, dale. Es tarde, Lisi. — le pide y al otro no le queda más opción que aceptar.

Vuelven a la B-207 en sumo silencio, Lisandro se tira en su cama, boludeando con un jueguito de truco que tenía en su celular.
Mientras tanto, Cristian sale al balcón, a fumarse uno con tal de calmarse un poco.
El entrerriano, al percatarse de que el otro está fumando, decide salir al balcón a acompañarlo.

— Hola. — dice casi en un susurro.

— Hola. — le contesta de igual manera.

Cristian eleva el cigarrillo, como ofreciéndoselo y Lisandro acepta. No era un hábito que le gustara, pero a veces sentía que lo necesitaba para relajarse.
Romero, contra todo pronóstico del rubio, se acercó y en un lindo roce de labios le pasó el humo. Lisandro disfrutó de la acción, hasta se dió el lujo de cerrar los ojos por un leve momento.
Se miraron bajo la luna Qatarí y se dedicaron una sonrisa suave y una mirada de amor.

— Perdoname. — dice de forma sincera.

— Ya está, amor. —

Todavía les quedaba un largo tramo por recorrer en más de un sentido, y se iban a esforzar más que nunca por esas recompensas.

Todavía les quedaba un largo tramo por recorrer en más de un sentido, y se iban a esforzar más que nunca por esas recompensas

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n/a: les DEBÍA este especial por los 400 seguidores. lo tenía pensado desde q llegué, pero recién ahora tuve tiempo para empezar a escribirlo. se darán la idea de que es un os por cada partido del mundial. en fin, espero q les guste la idea, gracias por el aguante 💞

𝗡𝗢𝗖𝗛𝗘 𝗗𝗘 𝗖𝗔𝗠𝗣𝗘𝗢𝗡𝗘𝗦; 𝗰𝘂𝘁𝗶𝗹𝗶𝗰𝗵𝗮 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora