- universo alterno.
— Sí abu, pero es obvio que si me pagan mejor me voy a ir. — suspira Lisandro en la terminal, hablando con Juana, su abuela, sobre la importante decisión que tendría que tomar.Que si era honesto ya había tomado, pero no le había contado a nadie sobre ello.
Había estado tramitando muchos papeles y tratando de terminar bien en su trabajo en Gualeyguay para por fin poder irse a Buenos Aires y trabajar en la revista de moda que deseaba.
Le dolía dejar su ciudad, sus conocidos y su familia, pero mudarse le garantizaba trabajar realmente de lo que él amaba, de su pasión.— ¿Y quién va venir a merendar conmigo, Lisi? — pregunta de forma triste, sabiendo que probablemente se quedaría sola de no estar Lisandro, su único nieto en la ciudad.
Si bien Justina vivía en la misma provincia, se había mudado con su padre después del divorcio, y eso la había dejado bastante lejos de Lisandro y su abuela. Además de que el mayor de los Martinez había decidido mudarse cerca de su abuela al independizarse.
No le gustaba escuchar a su abuela así, le dolía pensar en dejarla sola. Tal vez si consiguiera un acompañante las cosas serían más fáciles.— No sé abu, no sé. Tenés a las chicas. — le recuerda a sus amigas, pero Juanita niega aunque no la vea.
— Las chicas no es lo mismo que estar con vos, Lisi. — le asegura.
— Ay abu. — suspira pasando una mano por su rostro, se siente demasiado culpable por dejarla. — Cuando llegue charlamos, ¿Querés? — le pregunta.
La mujer le contesta que sí, y también que lo espera con milanesas con puré.
Después de tomarse el colectivo camina unas pocas cuadras y llega hasta la casa de su abuela, aunque antes pasó por su casa para ver a Estrellita, su gata.— ¡Hola abu, llegué! — le avisa cerrando la puerta tras él.
— ¿Cómo te fue hijito? — le pregunta la mujer sirviendo la comida.
No había mejor cosa que las milanesas de la abuela, Lisandro las disfrutaba tanto.
Mientras almorzaban, conversaban sobre aquella propuesta que le había llegado al rubio. Le contaba con emoción sobre cada proyecto que se había dado en aquella importante revista de la capital de su país.
La mujer se emocionaba al escuchar que su nieto iba a cumplir aquél sueño, sueño que en algún momento fue suyo y terminó heredando aquella pasión por la moda a su nieto.
Si bien la hacía feliz saber que Lisandro cumpliría su sueño, le daba un poco de tristeza el quedarse sola una vez más.— Lisi, andá. Andá a Buenos Aires y cumplí tu sueño. — le pide tomando sus manos.
— Te prometo que no te voy a decepcionar, abue. — le asegura sonriendo y se abrazan con fuerza.
Lisandro, después de aquella charla y durante el resto de la semana, había empezado a organizar todo lo que necesitaba para poder marcharse y cumplir su sueño.
En aquellos planes y detalles que terminaba de retocar había buscado, en su ciudad, acompañantes terapéuticos para que Juana no se quedase sola.— Hola, buen día. — saluda ingresando al lugar.
Parecía un lindo ambiente, pintado de un verde claro y con varias macetitas en su interior. Había un aroma a lavanda suave y una recepcionista rubia de su misma altura.
— Hola. — saludó con una sonrisa dulce.
— ¿Lisandro? — le consultó mirando su planilla.— Sí, sí. — asintió.
La chica lo dirigió hacia una sala, donde conversaría con quien podría ser el futuro acompañante de su abuela.
Se sentó y apenas unos segundos después la puerta fue abierta por un chico alto de su misma edad.— Hola, soy Cristian. — saludó con una sonrisa dulce, dejando a Lisandro en desconcierto porque sin duda no se esperaba a un chico tan bonito.
— Lisandro, un gusto. — saludó sonriendole de la misma forma.
Conversaron bastante aquella tarde, desde cual sería el rol de Cristian hasta la personalidad y la historia de Juana.
Lisandro había quedado encantado con aquél chico, y no dudaba en confiar en Cristian para que acompañase a su abuela mientras él no estaba.
El viernes, uno de los últimos días del gualeyo en su ciudad, hizo que Juana y Cristian se conocieran.
Al principio la mujer no se veía muy feliz con tener un acompañante, creía que sería algo forzado e incómodo, pero con el amor que era Cristian nada podía salir mal.— Bueno che, yo me voy yendo a mi casita.. — rió Martinez viendo a ambos muy entretenidos viendo una película en el sillón.
Se habían amigado con demasiada facilidad, las conversaciones fluían y Lisandro estaba feliz por ello.
— Yo también tengo que irme ya, ¿Nos vemos mañana Juani? — le preguntó el cordobés sonriendo.
— Sí obvio, mañana te voy a cocinar... —
Martinez había dejado de escuchar la conversación, se había perdido en la mirada de Cristian, en su sonrisa y en cada cosa que lo involucrase.
— ¿Vamos, Lisandro? — le pregunta Romero tomándose su campera.
Este asintió con una sonrisa suave y se despidieron de Juana con abrazos más largos que siempre.
Empezaron a caminar en la oscuridad de la noche de junio, mirándose cada tanto y sonriendose también.
Esa calidez que sentían con el otro era preciosa, a pesar de no conocerse mucho sentían que había algún tipo de conexión con el otro.— Nos vemos, Lisandro. — saluda con una sonrisa y un beso en su mejilla también.
— Nos vemos, Cristian. — le sonrió, sabiendo que no le quedaba mucho tiempo allí como para darse a conocer con Romero.
Los últimos días en Gualeyguay habían sido junto al moreno y su abuela, realmente se la había pasado bien.
Para el viernes ya había partido a Buenos Aires, dejando atrás muchas cosas, pero pensando en grande por las metas y sueños que tenía por cumplir.
Las semanas no volaban como él esperaba, estar solo en una ciudad tan grande le daba nostalgia y algo de tristeza. Las charlas con Juana y Cristian hacían que todo fuera más llevadero.
Solía escribirle casi siempre a la mujer, mientras que todos los viernes hacía llamada con Cristian para, supuestamente, hablar sobre el estado de Juana. Muchas veces, en su mayoría, la charla terminaba en cualquier otro rumbo y se quedaban hasta tarde contándose anécdotas o cosas de su vida diaria, se sentían cómodos con el otro.— Ojalá nos hubiéramos conocido antes. — suelta Cristian mirando la pantalla.
Lisandro sonríe con un deje de tristeza.
— Pienso lo mismo. — asiente.
Tal vez sí se hubieran conocido antes, Lisandro no estaría solo en Buenos Aires.
n/a: ganó river = estoy de buen humor
ojalá les guste!!💘💘