- universo alterno.
- todo es ficción.- no incito a las relaciones menor-mayor.
El lunes era de los días favoritos de Cristian. Si bien le jodía tener que levantarse temprano e iniciar la semana, las últimas horas de la escuela eran de lo mejor.— ¡Pasá el mate, Papu! — grita Cristian sentado en el último banco del lado de la ventana.
Alejandro, ceba el mate y lo pasa de mano en mano hasta Cristian.
Romero toma el mate robándole una lapicera a Nahuel que se fue al baño y después de guardarla en su cartuchera el timbre suena anunciando el recreo.— Un sueño, culia'o. — bosteza caminando por el pasillo después de encontrarse con Molina.
Caminan por el patio y hasta van a el kiosco porque Nahuel muere y mata por una Coca-Cola.
— No la puedo abrir. — se queja y Romero le arrebata la botella de la mano.
— Sí te la abro me das un trago. — comenta sin dejar responder al chico y abre la botella.
— Yo no dije que sí. — se queja Nahuel viendo el trago que le da Cristian. — Eh lacra, era un trago no media botella. — le dedica una mala mirada y después de que el timbre suena se encaminan al curso.
— ¿Qué tenemo' ahora? — pregunta Romero caminando junto a Nahuel por el pasillo.
— Tenemos con el; que bendición. — asiente y Cristian suelta una carcajada.
— 'Ta mi amor ese profe. — comenta y entran al curso ocupando sus lugares.
A los pocos minutos entra el joven profesor de la materia; Cultura y Comunicación.
Lisandro se había recibido de licenciado en Comunicación Social y a los pocos meses supo que quería ser profesor aplicando sus estudios superiores.Había conseguido trabajo en una escuela relativamente nueva en el centro de Córdoba, porque sí; después de haber vivido en dicha provincia para estudiar su carrera se había quedado a vivir ahí.
— ¡Buen día, buen día! — saluda el rubio con emoción.
Lisandro adoraba su profesión.
Un par le responden el saludo mientras el conecta el proyector para presentar un soporte visual para su clase.— ¡Alguno alto que me prenda el proyector que no anda el control! — pide y Cristian, al darse cuenta que Emiliano está totalmente en una, se levanta y camina hasta el proyector.
Se para en una silla y presiona el botón por unos segundos.
— Cristian, ¿Qué te dije de pararte en la silla? — se queja Martinez mirándolo.
— Fue para prender el proyector Lis. — chasquea la lengua bajándose de la silla.
Lisandro rueda los ojos y entra a la presentación con rapidez.
Sus alumnos acostumbraban a llamarlo por su nombre, no era algo que le molestase, es más; lo prefería.