- universo alterno.
Lisandro y Justina eran mellizos, en su niñez compartían absolutamente todo. Desde los juguetes, un par de prendas de ropa hasta su mejor amigo; Cristian Romero, quien con el pasar de los años terminó siendo, solamente, mejor amigo de Justina.
Eso no le jodió a Lisandro, él tenía a su buen Nahuel, su galgo; lo amaba demasiado.
Con el correr del tiempo la presencia de Romero en su casa era cada vez más prolongada, como era su vecino Justina aprovechaba para pasar todo el tiempo con su mejor amigo.-Da, Cuti. Por Dios, hermano tu radar gay está pifiadisimo- se queja Justina haciéndolo reír.
-Te juro que pensé que era hetero ese chabón y cuando lo ví en el boliche el otro día comiéndose con otro pibe me quedé heladaso- ríe recordado el fin de semana anterior.
-Cual-quie-ra- ríe separando la palabra en sílabas.
-¡Justina donde mierda metiste el cepillo del pelo!- escuchan ambos y se miran a la vez.
Sin duda ese era Lisandro que se había despertado con el pie izquierdo.
-¡Lo tengo acá abajo, vení a buscarlo!- dice y no recibe ninguna respuesta, pero segundos después ve a su hermano bajar las escaleras.
-Hola Cristian- lo saluda al pasar y le arrebata el cepillo de la mano a su hermana.
-No sé que tanto te peinas si tenés el pelo re cortito- comenta mirándolo.
-Y a vos queti- dice junto a una mueca y deja el cepillo sobre la mesada.
Siente la mirada de Cristian atravesarlo, y para cuando quiere conectar la propia con la ajena Justina se lleva al cordobés a la segunda planta, donde está su habitación.
Y Lisandro odia tanto que la chica esté pintando su habitación y compartan la propia, que es la que usaban de pequeños y es diminuta para él.
A veces Lisandro se ponía pensar en lo injusto que solía ser todo, parecía que el universo la había hecho nacer con corona y a él sin nada.-¿Licha?- escucha y ve a Nahuel entrar.
Sonríe y camina hasta donde se encuentra el morocho.
-Hola negro- lo saluda sonriendo y lo abraza.
Nahuel era tan abrazable.
-Hola rubio- contesta el otro sonriendo mientras le corresponde el abrazo.
Se tiran en el sillón con rapidez y empiezan a charlar sobre temas varios, pero de igual interés para ambos.
Algunos chismes de la escuela o del barrio, no vivían demasiado lejos.-Lisandro, los viejos no vienen a comer, ¿Pedimos algo?- pregunta Justina parada en las escaleras.
Detrás de ella está parado Cristian.
-Sí, comprá algo rico- asiente entre bostezos.
-Bueno, ¿Te quedas a comer Nahue?- le pregunta la chica y Nahuel asiente.