Hace meses en Qatar, 2022...Lisandro camina junto a Cristian tomando mates por la universidad de Doha, Qatar en la que se están quedando junto al seleccionado argentino y sus técnicos, parte médico y otros involucrados.
— ¿No te parece re loco gor? — pregunta Lisandro y Romero ríe por el apodo aunque está acostumbrado a él.
— ¿Qué cosa, rubia? — pregunta tomando el mate que le pasa Martinez.
— El estar acá. A nada de jugar en nuestro primer mundial, en la misma selección que Messi, juntos. — comenta Lisandro con una sonrisa dibujándose en su rostro.
Es algo bastante irreal el pensar en ello, pero es su realidad.
— Es re loco, Lisi. — asiente con una sonrisa.
Buscan su habitación y Lisandro se frena fijándose en el número de la anterior a la propia.
— Mira, Julián y Enzo juntos. — señala la puerta y Cristian mira hacia el mismo lugar.
— Ese es el paya, obsesionado ese hombre con los trolos. — dice y Lisandro se carcajea hasta el cansancio.
— Que hijo de puta que sos, Cuti. — ríe.
— Vamos, ya quiero ver nuestros nombres juntos en la puerta. — comenta Lisandro con emoción abriendo su cámara y comenzando a filmar.De fondo se paseaba Otamendi junto a Rodrigo buscando su habitación, tan perdidos como siempre.
Cristian apoyó la tarjeta logrando abrir la puerta y empujó la misma a un lado abriéndose paso.— Somo' nosotro'. — habla Lisandro y da un pequeño silbido para que su algo mire hacia la cámara.
Cristian muestra una pequeña sonrisa y Lisandro cierra la puerta detrás de sí mientras dejan sus valijas.
— A ver vení gordo. — pide Lisandro aún filmando aunque enfocando en el techo, yendo hasta donde estaba Cristian.
Romero no contesta y el rubio se asoma al balcón viendo al cordobés mirando el atardecer apoyado en la baranda.
— Eu, cabeza de lindo. — lo llama y Romero ríe girándose a verlo.
Se sonríen aún con la cámara grabandolos y Lisandro lo besa por primera vez desde que llegan a Qatar.
En la actualidad...
Cristian amanece entre las sábanas blancas de su novio y ve al mismo recostado a su lado.
No es nada más y nada menos que veintisiete de abril, día de su cumpleaños y tener esa vista al despertar era lo único que pedía.
Se acomoda apoyándose sobre su propio brazo, sosteniendo su cabeza y admira la paz que emite Lisandro al dormir. Con esas pestañas largas y todas sus facciones relajadas, se veía tan precioso.
Bueno, todas sus facciones relajadas hasta sentir como Polo se tiraba sobre él. Romero ríe y mueve al perro a un lado.