CAPÍTULO LV: ¿Amistad?

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                El tiempo parecía que se había detenido. La elegante mujer ingresaba en silencio a la residencia de los Shinen, mientras era inspeccionada por el can de la casa. La sonrisa del patriarca seguía intacta lo que revolvió los recuerdos de Ha Na, que caminó cabizbaja hasta el sillón principal. Miró a su alrededor, de alguna forma era tal cual como se imaginaba un hogar con Daisuke, tal cual, a pesar de su evidente ausencia, su familia no sintió su perdida lo que le hizo esbozar una sonrisa entristecida. 

—¿Quieres algo de beber?—preguntó el Señor Shinen.

—No, estoy bien. –miró una vez más su alrededor—¿Y Maichiru?.

—Está en un viaje, con su novio.

—¿Yong Hwa?

—Sí, le pedí que se fueran, Maichiru ha tenido bastante este último tiempo.

El corazón de la joven mujer se apretó, sintió una punzada que le impidió respirar con normalidad, de alguna forma su hija siempre le significo un dolor que jamás ha podido superar. 

—Yo...

—Quieres que le diga a Mai de ti, ¿Verdad?—adivinó los pensamientos.

—Dai... tú siempre adelantándote un paso...

—No siempre, aquella vez no.

—Ya sabes por qué lo hice.

—Sí. Pero también sabes que si me lo hubieses contado en aquel entonces, esta historia sería distinta.

—¿Te arrepientes?

—No lo sé, no lo sé.

El Señor Shinen guardó silencio. Después de aquella inesperada desaparición, tuvo las explicaciones años más tarde, cuando su exmujer regreso a Corea. Su hija ya estaba en primaria, y no se dio cuenta que estaba frente a su verdadera madre que se limitó a tocarla, solamente le esbozó una sonrisa a lo que Maichiru se asustó y comenzó a llorar en los brazos de su padre, su hija desconfiaba de los extraños. A pesar de todo, la perdonó y la comprendió. Ya no había nada qué hacer, él estaba casado con una mujer que se hizo cargo de él y de su hija, no podría traicionarla de aquella forma, sus valores superaban el amor que aún sentía por la mujer de su vida. Aquel reencuentro solo fue de una tarde, cosa que no quiso extender el patriarca Shinen a pesar de los ruegos de Ha Na.

Alzo la mirada el patriarca, y observó con detención a la mujer que tenía en frente. Una mujer elegante, una artista reconocida a nivel mundial y una importante mujer de negocios, pero que para su hija no significaba nada más que un rostro conocido en la televisión o en alguna revista. Ya sabía la respuesta de su hija y no la iba a obligar pero no estaba de acuerdo en que no supiera que su madre estaba tan cerca, aquello le iba a doler más.

—Maichiru, es de un carácter fuerte, ya la escuchaste ese día—emitió Diasuke.

—Sí, lo sé. Pero no pensé que la tendría tan cerca.

—Sí, eso es verdad, sería peor no contarle.

—¿Sería muy inoportuna si vengo a buscarla?

—Sí, conociéndola, claro que sí—sonrió al imaginárselo.

—¿Qué puedo hacer?

—Como están tan cerca, ¿tal vez ser amigas primero?...pero conociendo a mi hija, eso sería muy difícil.

—No pensé que me estresaría tanto.

—Tal vez es el precio por alejarte de nosotros.

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