CAPÍTULO L: You are my life

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Escuchaba la respiración entre cortada de la joven. Sus manos atesoran el rostro avergonzado que mantenía la vista apartada de él. Su mirada se posó en los labios femeninos y la necesidad de saborearlos se hacía cada vez más delirante, como si la vida misma dependiera de ello. Sucumbiendo lentamente ante sus deseos, sintió las cálidas manos femeninas posar en sus muñecas junto al calor de las mejillas sonrojadas que contenían sus varoniles manos.

—Mai...—un nudo en su garganta se alojó al separarse unos centímetros de ella.

—No digas nada. ¡Por favor! — suplica la joven.


Estaba segura que había sentido derretirse en las manos de Yong Hwa. No sabía qué hacer ni menos qué podía pasar, sus pensamientos se estrellaban consigo mismos, alterando sus nervios y peor cuando notaba que la distancia entre los dos se estrechaba cada vez más, —Mai, respira, inspira, es absolutamente normal.—, se gritaba en sus pensamientos, su inexperiencia junto a su torpeza no le daban el valor que tanto necesitaba en ese momento, ya que entre su corazón y su mente, no había opciones.

¿Qué había que temer? ¿Qué había que perder?, preguntas que hicieron clic en su mente, que al alzar su mirada hacia la rasgada masculina, había quedado completamente atrapada. Yong Hwa sintió detener su corazón al obtener el almendrado mirar, las alargadas pestañas que se agitaban lentamente mientras el iris de un café profundo parecían hacerle perder la poca cordura que yacía en su nerviosa mente, —Lo siento—fue lo único que pudo musitar para de una vez por todas degustar esos labios y ser capaz de robarle el aliento en un solo beso. 

Aquellos gruesos labios masculinos parecían que la estaban devorando, primera vez que uno de sus besos había llegado tan lejos, pero en vez de intimidarla crecía en su interior la necesidad de seguir siendo besada hasta quedar sin respiración. De pronto Yong Hwa se percata de lo que estaba haciendo, se separa unos centímetros de su rostro para observarla con detención, sus mejillas teñidas de rojo, cabizbaja, claramente abochornada y los labios de un tinte rojo al haberlos casi desgastado. 

Era obvio que aquel beso no había calmado el fuego que con la poca cordura que le quedaba intentaba apagar, pero tenerla en frente se hacía cada vez más difícil, incluso el simple hecho de respirar el mismo aire —Mai, lo siento—emite avergonzado, aferrándola a su cuerpo para estrecharla e intentar apagar el fuego que estaba a punto de quemarlo desde sus entrañas. Aquel aroma varonil que se filtraba por sus fosas nasales la estaba asfixiando, su corazón completamente taquicardico pedía un segundo de respiro, ya que estaba lejos de lograrlo al estar acurrucada en el cuerpo masculino, en donde, para su desgracia, podía percibir con detalle el tonificado torso masculino. Traga doble al darse cuenta que si no era asaltada por él, ella lo asaltaría, ¿Cómo podría hacer algo así nuestra gruñona Maichiru?, el simplemente hecho de ser Yong Hwa, porque ahora se daba cuenta que este hombre no solo le ha robado el corazón, sino también le había robado el alma y ahora su cuerpo, que temblaba con cada caricia que se deslizaba por su rostro o por su mejilla, solamente por él estaría dispuesta a llegar hasta donde con ningún hombre había llegado, ni siquiera con Jong Hyun. 

Yong Hwa había logrado respirar con normalidad nuevamente, aunque el fuego en vez de extinguirse se había propagado. El cuerpo femenino que atesoraba con tanto egoísmo, parecía fuera de este mundo, ahora era consciente del pequeño cuerpo femenino que estrechaba, de la blanca piel que escondía bajo la alborotada cabellera y la suavidad con la que rosaba su cuerpo, cada vez se hacía más consciente de los detalles y sabía que si no hacía algo al respecto, no sería dueño de sus acciones.

Un sobresalto sacudió al cuerpo femenino cuando sintió las manos varoniles posadas en su cintura, alza su mirada sorprendida, encontrándose un mirar diferente, intenso pero al mismo tiempo suplicante provocando la taquicardia en su corazón, —Yong Hwa...— musita la joven que con temor posa sus manos en el rostro varonil, para dibujar con sus dedos aquellos labios carnosos que estaban elevándola nuevamente al limbo de sus emociones, estaba muy cerca de olvidar dónde estaba y de la realidad en la que estaban insertos, siendo inevitable temblar al ser estrechada desde su cintura hacia el cuerpo masculino. 

HEY YOUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora