CAPÍTULO LXI: Comeback

125 13 8
                                    

Un día bastante frío, algo nublado y el aparente sol al parecer había olvidado cuál era su verdadera función hacia el resto de los planetas. Acomodo más la bufanda que tenía alrededor de su cuello, a pesar de los años no se podía acostumbrar al clima del país nipón. Entro a su departamento, saludo al felino y corrió al baño por una ducha caliente, era la única forma de abrigar su cuerpo en aquel frío invierno. Salió y refregó una toalla sobre su cabellera mientras revisa su celular, y comprobó lo que aún tenía pendiente. Tenía que prepararse para el evento que tendría el fin de semana, estaba ansiosa ya que en cada ensayo procuró que no se le escapará ni el más mínimo detalle, aunque siempre tenía la ansiedad de que algo estaba olvidando.

--Maichiru-san...--escuchó al poner el altavoz de su teléfono.

--¿Se me quedó algo?—sonrío ante la voz masculina.

--Tonta, ¿Se te tiene que quedar algo para llamarte?

Sonrío y miró su teléfono traviesa.

--Para el día del matrimonio, ¿Nos juntaremos antes?—emite la voz masculina.

--Hey... faltan dos semanas para eso.

--Lo sé... quiero estar preparado, no quiero llegar solo.

--Si serás tonto.

--Pero si es verdad—tomó silencio el joven--¿Qué haremos entonces?

--Iré al estudio ese día y de ahí nos trasladamos.

--Perfect!. Recuerda que serás mi intérprete.

--No seas tonto, también hablan japonés.

--Prefiero prevenir antes de curar.

Se despidió de su amigo y finalizó la llamada –Realmente eres tonto—balbuceo seguida de una pequeña carcajada; pero ella tampoco podía hacerse la desentendida, estaba tan ansiosa como su amigo, matrimonio así como un nacimiento siempre significaban un hermoso y esperanzador comienzo, simplemente uno esplendido. Se acomodó en su cama y abrazó su almohada, descansar unos minutos sería reconfortante ya que llegada la noche tendría que ir a grabar un programa y luego una presentación improvisada a petición de su compañero de dúo. --¡Dios el ramen!—saltó de la cama y corrió hasta la cocina, lo había olvidado por completo –Ya están recocidos...--se lamentó, pero igual se los comió, no los iba a desperdiciar por ningún motivo.

El timbre de su departamento hizo eco en el lugar, se puso de pie y camino hasta la puerta para confirmar de quién trataba, --¿Qué estará haciendo aquí?— extrañada y sin pensarlo dos veces, abrió la puerta y lo vió entrar rápidamente.

--¿Qué estás haciendo aquí Hong Ki?

--Mai... Mai...--se lanzó al sillón.

--Dios no me asustes.

--Tengo miedo...

--¿Miedo?—enarcó una ceja.

--Sí, miedo, el matrimonio se acerca y...

--No me digas que estás dudando—se sentó frente a él.

--No, no dudo pero tengo miedo.

--¿No es lo mismo?—dijo con tono irónico.

--¡Claro que no es lo mismo!—emitió con fastidio.

Lo vió afligido, la ansiedad y el nerviosismo normal antes de casarse, ya que dar ese paso significaba palabras mayores y más si ella era la responsable que la pareja se conociera. Se puso de pie y fue por una taza de té, su amigo lo necesitaba y no lo dejaría solo en un momento tan complejo.

HEY YOUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora