CAPÍTULO XXXI: Just please

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                ¿Qué está pasando?, el mismísimo Yong Hwa se ha desmayado en los brazos de Maichiru que alarmada lo remecía con fuerza, pero éste, no reaccionaba. -¡Despierta!- increpa la joven histérica. Acostumbrada a cargar a su padre cada vez que llegaba de celebrar con los amigos, no tendría problemas para cargar al líder de CNBlue. Recostándolo sobre el sofá, posa su mano sobre el rostro apacible - ¡Dios mío está ardiendo en fiebre! – exclamaba la joven que tomaba su cabeza a dos manos, sin saber qué hacer. 

Buscando desesperadamente su celular, no lo haya, e intentando hacerlo sonar con el teléfono fijo de su casa, lo encuentra apagado - ¡Esto no me puede estar pasando!-, desesperada revisa los bolsillos del abrigo de Yong Hwa que se encontraba colgado en la entrada - ¡Tiene que estar en alguna parte! – emitía nerviosa, hasta que da con el objeto rectangular. Sosteniéndolo entre sus manos, intenta desbloquearlo, pero aquel código secreto lineal se lo estaba imposibilitando - ¡Esto tiene que ser una broma! – chillaba angustiada, jalaba de sus cabellos en una crisis de pánico. 

Los minutos transcurrían y notaba que Yong Hwa se sentía cada vez mal y los gatitos, estaban despertando de su placido descanso. – Hoy no es mi día – y sin pensarlo dos veces, traslada a los pequeños seres hasta la habitación, un lugar más tranquilo y silencioso, resguardándolos para que no se escaparán. 

Corriendo baja las escaleras, afirmándose con una de sus manos por el pasamanos, para no salir volando. Comprobando para su horror que aún sigue inconsciente, toma rumbo hasta la cocina por agua fría y un paño – Esto es un castigo -, murmura mientras cubre la frente sudada con el paño húmedo. Dejándolo cómodo en el sofá, toma la leche y el biberón de los felino, ya que no podía desatenderlos. 

Agitada baja las escaleras de regreso, la gota de sudor corría por su rostro preocupado. Acercándose al joven, cambia el paño y el agua fría, seguía con fiebre e inconsciente. Secándole la frente, da unas pequeñas palmadas al rostro masculino, pero seguía en aquel lejano mundo. Preocupada, sin saber más qué hacer, sigue intentando bajar aquella fiebre inesperada, posando suavemente el paño húmedo para intentar bajar la temperatura, - Tonto, para qué vienes si estás enfermo balbuceaba dejando el paño húmedo sobre la frente. Sentándose frente a él a piernas cruzadas, observa el afligido rostro, estaba preocupada pero no pudo evitar desviar su mirada hacia aquellos labios, sintiéndose aún confundida con aquel supuesto sueño. Poniéndose de pie, es jalada de su brazo – Lo siento – murmura el joven, que ya había vuelto a la realidad. 

-          ¡¿Cómo se te ocurre venir en estas condiciones?! – increpa asustada - ¿Cómo te sientes?

-          Lo siento, no pensé que me pondría así… -

-          ¿Comiste algo? ¿Estás resfriado? ¿Estrés? –

-          Comí algo que no debía… -

-          ¿Por eso terminas con una fiebre del demonio? – emite exaltada.

No podía confesarle que algunas cosas comestibles no le hacían para nada bien, que inclusive podía terminar vomitando todo el santo día… ya era suficiente que lo viera en aquella penosa condición. Intentando reincorporarse, se sienta en el sofá cayendo el paño húmedo sobre sus manos, mirándola sorprendido. 

-          ¿Estabas… - chillando la joven antes que terminara la oración Yong Hwa.

-          Me preocupe, pero ahora puedes llamar a tu gente e irte, no es necesario que te quedes aquí enfermo – emitía con su piel erizada, ante la baja mirada del joven.

-          ¿Puedo quedarme aquí está noche? – emite en susurro.

-          Aquí no puedo darte las atenciones que necesitas… - decía confusa.

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