Draco Malfoy.

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En algún momento, Draco y yo empezamos a «hacer cosas juntos». Lo pongo en comillas porque en realidad no hacíamos nada, sólo compartíamos el mismo espacio el uno con el otro, pero era una manera indirecta de hacer cosas juntos.

Nuestra relación empezó de una manera un poco extraña en ese aspecto, para ser honestos.

Draco amaba leer, siempre estaba leyendo sobre lo que fuera. Adoraba aprender. Por lo que siempre estaba en la biblioteca del colegio rodeado de libros, o en la biblioteca de su habitación también rodeado de libros. A mí también me encantaba leer, más desde que puse libros de esta realidad en la biblioteca de Hogwarts, en la de mi cuarto y en cualquier biblioteca existente, así que me pasaba día sí y día también leyendo como si no hubiese un mañana o con un libro en mano.

Una tarde estaba en un rincón un tanto alejado y solitario de la biblioteca, llevaba audífonos y estaba inmersa leyendo La Reina Roja, teniendo el mayor plop twist del universo frente a mí.

Gritando no, lo siguiente (en mi mente, obvio, porque me mataban si gritaba en la biblioteca).

Leyendo la traición de mi vida y sin saber gestionar mis emociones, vi de reojo un movimiento en mi mesa, pero la lectura y el plot de lo que pasaba eran más importantes, así que no le presté atención.

Dado un momento, tuve que tomarme un momento para dejar el libro a un lado y reflexionar sobre mi vida mientras escuchaba una desoladora melodía que parecía explicar mis sentimientos. Me desplomé en mi silla, abatida, decidiendo no volver a confiar en nadie.

—¿Mala lectura? —escuché a un lado, volteé encontrándome con Draco Malfoy en persona, sentado con libros a su alrededor y un libro de Historia de la Magia abierto.

—Mala decisión de chico literario lindo del cual enamorarme, diría yo —Draco rio sin despegar la vista de su pergamino, supuse que estaba haciendo un trabajo. Yo lo analicé, un poco curiosa por su inesperada presencia a mi alrededor.

—Digamos que es mi lugar cuando vengo aquí —respondió ante mi pregunta silenciosa luego de un par de segundos.

—No pido perdón —negó suavemente.

—Supongo que es agradable tener compañía... y tus reacciones son entretenidas —murmuró con una suave sonrisa, yo imité el gesto un tanto extrañada y asentí.

No vi necesario agregar nada más y como ya me había recuperado de la traición, me puse mis audífonos y me enfrasqué en el libro nuevamente.

Mientras más leía, más traicionada me sentía.

—No puedo creerlo —di golpes con mi cabeza a la mesa, derrotada. Escuché la risa de Draco a un lado—. ¡No te rías! —lloriqueé miserablemente.

—No lo hago —sus ojos tenían un ligero brillo y la sonrisa no había abandonado sus labios.

Lucía bonito.

Mucho.

Y, por alguna razón que no comprendía, tuve muchas ganas de besarlo en ese momento.

Igual, normal. ¿Quién no querría besar a Draco🤌🤌🤌?

Pero estaba en una relación, y yo no me metía con gente comprometida.

Nuestra dinámica a lo largo de los días se basó en eso; uno de los dos —o los dos— leyendo o haciendo trabajos en la biblioteca de vez en cuando, a veces ayudándonos entre nosotros o cosas así.

Draco amaba hablar, mucho, así que siempre que tenía la oportunidad de corregirme o hablarme sobre algo interesante la tomaba y la exprimía con una facilidad impresionante. Podía estar horas hablando y yo podía pasar esas horas escuchándolo porque tenía una facilidad increíble para hacer que las cosas difíciles luciesen fáciles.

Hogwarts HoeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora